Falla eléctrica en Campo B revela descuido de áreas comunes

El martes 23 de diciembre de 2025, un sector de la parte baja de la urbanización Campo B de Ferrominera quedó sin una fase de energía eléctrica, situación que afectó la cotidianidad de varias familias.

Durante la tarde, personal de Corpoelec acudió a la carrera Cuenca para atender la avería, que resultó ser un tramo de cable dañado y que, afortunadamente, pudo ser sustituido sin mayores complicaciones.

Como ha ocurrido en otras contingencias, vecinos de la comunidad se organizaron para acompañar la labor técnica, prestar apoyo logístico y ofrecer gestos solidarios —como café para el personal— que evidencian el compromiso ciudadano frente a las dificultades de los servicios públicos.

No obstante, durante la reparación surgió una preocupación de mayor alcance, se trata de residentes con más de tres décadas de convivencia en la urbanización, quienes advirtieron que algunos nuevos habitantes han realizado remodelaciones y construcciones indebidas, apropiándose parcialmente de un paso o calle de servicio ubicado entre la carrera Cuenca y la carrera Guayaquil. Estas intervenciones, realizadas sin criterios urbanísticos ni permisos, estarían afectando infraestructuras esenciales como el cableado eléctrico subterráneo y los sistemas de drenaje.

Desde un enfoque de derechos humanos y convivencia ciudadana, el acceso continuo y seguro a los servicios básicos —como la electricidad— es un derecho fundamental que depende, en gran medida, del respeto a los espacios comunes.

Urbanísticamente, las calles de servicio cumplen funciones clave: permiten el acceso para mantenimiento, emergencias, carga y reparación de redes, por lo tanto, su obstrucción o uso inadecuado no solo deteriora el pavimento y las estructuras, sino que genera mayores costos, acelera el desgaste de infraestructuras ya vulnerables y profundiza un círculo de deterioro y falta de inversión que afecta a toda la comunidad.

Vecinos recuerdan que esta calle de servicio fue planificada hace más de 50 años por el departamento de ingeniería de Ferrominera Orinoco. Los planos, elaborados a mano por el dibujante técnico Bladimiro Morillo (†), establecían claramente el uso de estas vías como espacios de paso y mantenimiento. El propio Morillo explicó en numerosas ocasiones a residentes la importancia de respetar estas áreas para garantizar la sostenibilidad de los servicios.

Con el paso del tiempo y por razones de seguridad —ante el ingreso de desconocidos y hechos delictivos— algunos vecinos optaron por cerrar la calle. Sin embargo, decisiones posteriores, tomadas sin conocimiento del diseño original, derivaron en desagües improvisados y usos indebidos que hoy comprometen la infraestructura eléctrica y sanitaria.

Ante este escenario, la comunidad coincide en la urgencia de mejorar la convivencia ciudadana, entendida como un ejercicio de responsabilidad y solidaridad, ya que respetar los espacios comunes fomenta un comportamiento armonioso en el espacio público y protege derechos colectivos esenciales.

Mientras algunos dañan, otros reparan. En ese ir y venir cotidiano se maneja la vida en comunidad. Cuidar lo que es de todos, dialogar y actuar con respeto no es solo una norma urbanística: es una condición básica para garantizar derechos, fortalecer la convivencia y construir urbanizaciones más seguras, dignas y sostenibles para las generaciones presentes y futuras.