En Unare II viven entre la basura y los zamuros
Vecinos y comerciantes que hacen vida en la avenida principal de Unare II, en Puerto Ordaz, no aguantan más convivir entre la basura, los malos olores y los zamuros.
En un recorrido que realizó el equipo PRIMICIA se corroboró la angustia de los ciudadanos, entre ellos William Ñáñez, quien es vecino del sector y taxista. Aseguró que han hecho todo lo posible para buscar una solución a este tema: “Pero es imposible, toda esa basura que está ahí es importada, viene de las zonas aledañas donde no hay el servicio de recolección”.
Indicó que la avenida principal de Unare II como la Guarapiche (Unare I) están en las mismas condiciones; todo radica en la falta de combustible, porque los camiones de recolección solo pasan cuando surten gasoil.
Dijo que la parroquia Unare se ha convertido “en el vertedero municipal de las zonas aledañas de la parroquia”.
Los zamuros
De los zamuros hay más de una historia. Ñáñez contó que las aves carroñeras rompieron las líneas de las luces led, “pasó un camión y había una cantidad (de aves) que volaron y le pegaron a los cables que echaron candela y esa parte de la avenida quedó a oscuras”. En otra oportunidad, un zamuro le echó el excremento encima a un niño.
Es por eso -señalaron los residentes- que la zona se ha convertido en un foco de enfermedades específicamente en niños y adultos mayores, “la mayoría padecen de problemas respiratorios, erupciones en la piel”.
Michael Moreno, vecino de la parroquia, dijo que el problema se ha vuelto mayor desde que quitaron los contenedores hace aproximadamente tres meses. Señaló que en el condominio donde reside, el servicio de aseo urbano pasa dos veces a la semana a las 8:00 a.m., “a esa hora es que llega el camión y se lleva la basura del bloque”.
Al igual que el resto de los consultados, Moreno aseveró que hay personas de urbanizaciones cercanas llegan al sitio a botar sus desperdicios.
¿La solución?
Noél Monsalve, quien es comerciante, comentó que el problema persiste desde hace aproximadamente seis años y da como sugerencia que los comercios entreguen los desperdicios a los camiones, “que vengan tocando corneta y así uno sale a botar la basura”.
El hedor ha afectado mucho a su local, ya que cuando sopla el viento la basura del frente se le acumula en su negocio. La clientela termina por quejarse o -en ocasiones- alejarse. Ve como los conductores de otras urbanizaciones dejan sus desechos en las islas que están frente a los locales de la avenida.
También dijo que hay indigentes que revisan la basura y lo que hacen es romper las bolsas y dejar un ‘reguero’ de desperdicio, “llegan arrancan las bolsas y tiran todo ese basurero ahí”, manifestó el comerciante.
Propuso hacer un proyecto para embellecer las islas, con limpieza, siembra de plantas y carteles con mensajes que llamen a la conciencia del ciudadano a no botar los desperdicios.
¿Y el llamado fue para?
Los vecinos y comerciantes hicieron un llamado al alcalde Tito Oviedo a tomar cartas en el asunto para solventar este problema, “ya que esto nos afecta a los comerciantes y clientes”.
A Oviedo le pidieron que asuma su función y cumpla con las comunidades.
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