¿Cuáles son tus pensamientos mientras vas en el autobús?
Voy tarde. Escóndete bien el dinero y el teléfono. Lleva alcohol. Ponte tapabocas. Deja en el bolsillo el dinero para pagar y comprarte unos caramelitos. Ojalá encuentre un puesto. Ojalá el autobús pase rápido. Parada. PARADAA. PARADAAAAAAA.
Estos son los pensamientos de Antonella Rojas, una joven de 25 años, que debe tomar autobuses diarios para trasladarse por la ciudad.
Si tengo que estar a las 10:00 de la mañana en la reunión, debo llegar a la parada, mínimo una hora y media antes, dice Antonella quien debe tomar dos autobuses para ir hasta su trabajo.
Desde el inicio de la pandemia, solo iba a la oficina dos veces por semana. Eran ocho autobuses por semana. Dos tapabocas, máscara facial y alcohol no podía faltar. “Este autobús va muy lleno, ¿será que espero el otro? ¿Llegar tarde o arriesgarme a estar amuñuñada con otra gente?”, se preguntaba.
Quizás pueda ser una pregunta sin sentido, pero en eso se basaron los cinco meses que trabajó durante la pandemia.
No podía salir después de las 2:00 de la tarde, por temor a no conseguir un autobús de regreso, porque en Ciudad Guayana, después de esta hora, se observan pocas unidades de transporte público.
Mientras abordaba una unidad escuchaba la vida de los demás pasajeros: qué difícil es hacer las tareas con los niños. Mi mamá está contagiada con covid-19. Ayer falleció una tía. ¿Ya entregaron las bolsas Clap? Estas eran las conversaciones que escuchaba diariamente en el transporte.
Por eso, cuando se suben vendedores, cantantes o personas a hacer chistes para vender caramelos, Antonella lo agradece.
Sigue pensando a bordo del bus. Señora, ¿cómo puede estar sin tapaboca? ¿y si se accidenta el autobús? ¿Me siento al niño en las piernas para que no vaya parado? Le puedo ceder mi puesto a este doncito, pero me duele la pierna.
Antonella dice que hay días buenos y malos. Hay unos en los que vas en el autobús examinando la vida de todos, pensando cómo te sientes y hay otros que solo existe y quiere llegar a casa pronto.
El trayecto en autobús durante la pandemia cambió los estados de ánimo. “Es agobiante, frustrante, sientes que te asfixias con el tapaboca, la gente y el calor, que no puedes respirar. Si pides que no se te acerquen tanto, las personas se molestan”, cuenta Antonella.
“Siempre he usado el transporte público para movilizarme, pero después de la pandemia siento que todo cambió”.
15 % de unidades operativas
Con la llegada de la pandemia, las unidades de transporte en el municipio Caroní disminuyeron exponencialmente. De 1.900 se redujeron a 300, lo que significaba que solo estaba operativo el 15 % de transporte, entre autobuses y carritos por puesto, así lo informó Richard Brito, director del transporte público del municipio Caroní.
A causa de la escasez de combustible, las cuarentenas radicales, la falta de ingreso y las órdenes gubernamentales, el transporte se vio “fuertemente afectado”.
Para el año 2020, exigían rociar alcohol antes de subir a las unidades. No todos los choferes cumplían con la orden y, actualmente, ya no se ejecuta esta medida de bioseguridad.
Brito aseguró que se ha perdido la costumbre de hacerlo pero que es importante retomarla. Explicó que los usuarios ahora son más conscientes y llevan sus propios implementos de bioseguridad.
También comentó que cuentan con una “unidad móvil”, para trasladar los equipos de rociadores para desinfectar los autobuses.
“No contamos con tantos equipos como quisiéramos”, confesó. Solo poseen dos rociadores para todas las unidades del municipio.
Además, indicó que estas desinfecciones se hacen semanales entre las paradas, pero no siempre son continuas. La parada del mercado de San Félix es a la que siempre se le realiza desinfección por ser una de las más concurridas, precisó Brito.
Escasez de efectivo que dificulta el pago
Hace calor. Este señor es sospechoso. Señora no quiero hablar de la economía del país. Este bebé se debe estar asando. ¿Cómo hacen para ir en tacones en autobús?, sigue pensando Antonella.
Cuenta que para salir con sus amigas, o visitar algún familiar tiene que revisar cuánto efectivo le queda. Porque eso es otra cosa. ¿Cómo pago el pasaje si no puedo sacar el efectivo?, reflexiona.
Sus salidas solo eran las justas y necesarias. Nada de ocio. Ni paseos. No hay efectivo para eso.
Ir al banco no es una opción. Le pedía a familiares que se los cambiara. Ella hacía un pago móvil y ellos le daban el efectivo. Así pudo resolver por un tiempo. Pero también tuvo que pagar el efectivo al 15 y 30 % de más. En ocasiones, tuvo que dejar de asistir a reuniones y salidas por no tener para pagar el pasaje.
Pero como dice ella: “Todo tiene su pro y su contra”. Movilizarte en autobús puede ser problemático en este país, pero a pesar de todo te permite movilizarte. El trayecto de un lugar a otro a bordo de la unidad siempre será un enigma. Todo puede pasar. Puede ser divertido e interesante, dice.
“No intento romantizar nada, estoy consciente que el transporte no es el mejor, pero me ha funcionado, nos hemos adaptado a la pandemia”, confiesa. “Seamos responsables con el tapaboca, y sonriamos a la persona que tenemos al lado, aunque no se vea, se siente la actitud. Todos podemos ser mejores personas dentro de un autobús”.
Reactivación del 84 % del transporte
Richard Brito aseguró que con el apoyo de la gobernación y el suministro constante de combustible ya se ha reactivado el 84 % de las unidades de transportes, que serían 1.600, para garantizar un mejor servicio al municipio Caroní.
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