Cárcavas y alcantarillas abiertas en Guayana son un riesgo latente

La aparición constante de cárcavas y el deterioro progresivo de la infraestructura vial en Ciudad Guayana mantienen en alerta a conductores, peatones y comunidades enteras que transitan o habitan cerca de estas zonas afectadas. Más allá de los daños materiales, la situación plantea serias implicaciones en materia de deberes ciudadanos, prevención de riesgos y responsabilidad del Estado frente a la seguridad vial y el derecho a una ciudad segura.

Uno de los casos más recientes se registra en el Paseo Rotario, específicamente en la intersección de la carrera Guasipati con la avenida Vía Venezuela, entre la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y el antiguo Estadio de Ferrominera. Allí, hace apenas algunos meses comenzó a abrirse un hueco de aproximadamente un metro de diámetro que, con el paso de los días, ha seguido cediendo varios centímetros más, generando temor entre quienes circulan por la zona.

Mario Suárez, peatón habitual del centro de Puerto Ordaz, asegura que caminar por la ciudad se ha convertido en una experiencia de alto riesgo.

“Uno tiene que ir con los ojos puestos en el piso para no accidentarse, porque ni las aceras ni las vías están en buen estado”, expresó.

La percepción de inseguridad es compartida por conductores y vecinos. Patricia Rivas, residente cercana al sector, confiesa que evita transitar por la zona.

“Cada vez que se abre un hueco de esos me aterra, porque siento que si uno cae, se abre más y puede tragarse el carro. Prefiero no pasar por ahí o hacerlo bien lejos”, señaló.

A pocas cuadras de distancia, en la urbanización Campo B de Ferrominera, el panorama no es distinto. Los vecinos denuncian el deterioro sostenido de calles y carreras, pero advierten que existe una situación específica que, pese a reiteradas denuncias en medios digitales, no ha recibido respuesta de las autoridades competentes.

Se trata de la calle México, arteria vial principal del sector, donde además del mal estado del tramo comprendido desde la esquina de la carrera Ecuador, persiste un problema sin resolver desde hace más de cinco años. Durante una falla eléctrica, personal de Corpoelec realizó trabajos para ubicar un cable subterráneo dañado, lo que derivó en la ruptura de la tapa de una alcantarilla. Desde entonces, la boca de visita permanece sin protección, una situación que continúa hasta la fecha, diciembre de 2025.

La gravedad del caso se acentúa al considerar que en esta zona residen numerosos jubilados y pensionados, y que frente a la alcantarilla sin tapa funciona una institución educativa que atiende a niños, niñas y adolescentes con discapacidad, población especialmente vulnerable ante este tipo de riesgos.

Ante la falta de soluciones institucionales, los propios vecinos colocaron un tronco con un trapo amarillo como señal de alerta para peatones y conductores. No obstante, reconocen que se trata de una medida improvisada que no resuelve el problema de fondo. A esto se suma que, cada vez que llueve, el alcantarillado se llena de agua, lo que podría acelerar el deterioro del cableado subterráneo y agravar la situación.

La presencia de cárcavas, huecos y alcantarillas abiertas no solo representa un peligro físico inmediato, sino que vulnera el derecho a la movilidad segura, el derecho a la integridad personal y el derecho a vivir en un entorno urbano adecuado.

Si bien los ciudadanos tienen el deber de transitar con precaución y reportar las fallas, corresponde a las autoridades municipales, regionales y a los entes responsables de servicios públicos garantizar el mantenimiento oportuno de la infraestructura, señalizar adecuadamente los riesgos y ejecutar soluciones definitivas que prevengan accidentes y pérdidas humanas.

Mientras las cárcavas siguen apareciendo y las denuncias se acumulan, comunidades enteras de Ciudad Guayana continúan a la espera de respuestas concretas que transformen la prevención y la seguridad vial en una prioridad real y sostenida.