Infusiones naturales contra la gripe (I)
Las hierbas medicinales no son maravillas de acción infalible, pero sí pueden suponer una valiosa ayuda que evite las gripes y resfriados.
Con una prevención adecuada y un tratamiento suave se puede evitar la toma de un analgésico convencional, un antibiótico o un antinflamatorio (que puede bloquear la capacidad defensiva del cuerpo). A menudo las hierbas evitan que el problema vaya a más.
Para prevenir el ataque de virus y bacterias, se debe subir las defensas recurriendo a plantas de acción linfática, es decir, que estimulan la producción de glóbulos blancos (las células de la inmunidad) y su capacidad de desplazarse más rápidamente.
La equinácea es la hierba «protectora» por excelencia, sobre todo para infecciones recurrentes o crónicas, junto con el astrágalo, que acelera la formación y velocidad de las células «defensoras», y la schisandra, que incrementa la resistencia del organismo ante posibles agresiones.
Si ya hay contagio del resfriado, las hierbas de acción pectoral ofrecen una alternativa inocua que en muchos casos evitará tomar una medicación más fuerte y poco natural, e incluso tener que acudir al médico.
Una infusión bien caliente de saúco, tomillo o jengibre es de gran ayuda para combatir agresiones víricas y bacterianas.
A menudo, tras haber vencido a un catarro o una gripe, el cuerpo queda agotado. Hay plantas que, una vez pasada la infección, favorecen la completa recuperación, como el escaramujo o la eupatoria, que contribuyen a la recuperación de las defensas.
El helenio resulta muy eficaz contra virus y bacterias. Además calma la tos seca y facilita la expectoración. Aporta un efecto antiséptico muy notable, de gran ayuda para acortar los estados de convalecencia debidos a una infección vírica o bacteriana.
En el caso de una tos seca e irritativa, el malojillo es la mejor opción pues combate los focos de infección y ayuda a expulsar la mucosidad.
Se puede tomar en jarabe, infusión o extracto líquido.
Con miel y limón, más beneficio
Muchas infusiones amargas pueden enriquecerse con sabor y propiedades añadiéndoles un poco de miel y limón.
La miel multiplica el efecto beneficioso de las tisanas. También mejora la absorción de sus principios activos y resulta muy útil por sí misma en el tratamiento de catarros e infecciones respiratorias. Es mejor que añadir azúcar.
El limón es otro añadido básico a las tisanas que se emplean contra los resfriados y las gripes. Exprime un limón, calienta el zumo un minuto y añade dos cucharaditas a la tisana. Es antivírico y anticongestivo.
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