Venezolanos en Brasil vivieron “momentos de desesperación y pánico”
Mariannis Medina, oriunda de Ciudad Guayana, desde hace tres años reside en Brasil. Actualmente, forma parte de la cifra de migrantes venezolanos afectados por las inundaciones que se enfrentan en el estado Rio Grande do Sul.
Desde el 4 de mayo, junto a su familia permanece en un refugio en el que han recibido alimentos, ropa, medicina y la atención de autoridades, organizaciones y médicos especialistas.
“Perdimos nuestras pertenencias, el agua tapó las casas, muchos animales muertos. La gente tuvo que salir, fue un momento bastante angustiante porque ves que el agua empieza a llegar a la cintura, muchos días de lluvia”, comenta.
Recuerda que empezó a crecer el río Guaíba, el cual -de acuerdo con lo comentado- no presentaba una subida tan grande desde el año 1942.
La primera noche, las familias permanecieron en casa, pues no se imaginaban un acontecer similar, sin embargo, al día siguiente la prefectura pidió que todos evacuaran debido al riesgo de la subida que se esperaba según el monitoreo.
Medina expone que estuvieron solo por algunas horas en Aurora, una escuela cercana, ya que el agua “iba subiendo más, más y más” y fueron trasladados a otro refugio en una zona alta y con mayor seguridad.
Otros espacios como iglesias y hoteles han sido habilitados para dar abrigo a los afectados por las inundaciones.
“Las iglesias se han unido, personas. Ha habido una gran unión que es impresionante, hay mucha gente colaborando, donando ropa, cobertores, comida, zapatos”, resalta.
Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), entre las personas afectadas por las inundaciones hay alrededor de 41.000 refugiados y otras que necesitan protección internacional; de las cuales un gran número es de origen venezolano y haitiano.
La organización detalla que estas personas han perdido sus hogares, pertenencias y documentos; además, las aguas han destruido negocios y otras actividades generadoras de ingresos.
Perdieron pertenencias
Al igual que la familia de Medina, los habitantes de las zonas afectadas por las inundaciones perdieron sus pertenencias y se ven obligados a empezar nuevamente desde cero.
“Con lo único que pudieron salir fue con lo que tenían puesto, solo eso, y la documentación”, expone.
Manifiesta que enfrentaron momentos de pánico y desesperación, pero agradecen la oportunidad de poder haber salido a tiempo.
Actualmente, esperan que el agua baje su nivel para regresar a sus casas y ver qué consiguen en ellas. Hasta ahora, sigue bastante alta.
En el refugio en el que se encuentra, también están presentes alrededor de 10 familias venezolanas. En su caso, la acompañan sus hijos, nietos, su madre y su sobrina, además de su cuñada, quien tiene un par de gemelas con autismo albergadas en un hotel.
Si bien cuentan días en los que no llueve y que el agua ha bajado en comparación, conoce que en las calles continúa estancada, por lo que se están utilizando bombas para dar soluciones lo más pronto posible.
“El sábado fui para mi casa (alquilada) y no pudimos entrar debido a que el agua estaba alta. Había muchos animales muertos (…) y defensa civil, prefectura y bomberos están indicando a la gente que por favor no entren al agua porque hay mucha contaminación”, señala.