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Toda una vida al inicio del Centro Cívico

Evelio Lucero cautivó con sus recuerdos de los primeros sitios sociales de Puerto Ordaz.
jueves, 05 marzo 2020
Evelio Lucero | Una mirada a la Puerto Ordaz de antaño

A finales de 1960 se vivía en una sociedad tranquila, recuerda con un largo suspiro el cronista Evelio Lucero al hablar de los inicios de Puerto Ordaz.

El césped se mantenía en una misma altura, continuó, como un campo de golf; había sufiente empleo para todos, la seguridad se sentía en el ambiente sin la necesidad de policias en la zona y todo transcurría con tranquilidad.

La creación del centro comercial Caroní, aledaño al Centro Cívico de Puerto Ordaz, surgió como respuesta de la demanda social del momento.

El desarollo de comercios en el lugar donde todo empezó, generó mayor flujo de personas en la zona, sobre todo provenientes de diferentes países.

Punto de encuentro
En el sitio no tardaron en llegar, alrededor de 1967, lugares y comercios dedicados al entretenimiento.

El Centro Cívico era el punto de encuentro idóneo para una tarde en familia y amigos, el Centro abarcaba todos los ámbitos de la variedad de actividades que se podían realizar en aquel entonces.

Lucero, fotógrafo, relata con cariño, como se hacía vida en la iglesia Nuestra Señora del Fátima, que se asienta en el Centro.

Cómo los niños y jóvenes utilizaban la plaza para patinar y hacer juegos recreativos; o cómo, cuando se ocultaba el sol, se hacían colas para poder ingresar al cine de la ciudad, bajo una noche estrellada.

Lucero reseñó que a mediados de los 60, el parque Cachamay tenía gran movimiento. Era catalogado como otro punto de encuentro social por la cantidad de personas que lo visitaban.

Nombró las veces en el que al parque asistió Mario Vargas Llosa, acompañado por sus actividades políticas; por Alberto Correa, para realizar el comercial de un vehículo; Renny Ottolina con sus eventos y el gran concierto de Menudo.

Estas visitas extranjeras le otrogaron al Cachamay un extra, que lo hacia más atractivo.

Además, Lucero mencionó que era más visitado que la Llovizna por la cercanía a la zona y la facilidad del transporte.

Primer centro
El Centro Comercial Caroní fue construido en el año 1967, siendo el primero en Ciudad Guayana. En él actualmente se encuentra el local comercial Pekin.

Como si fuera una línea de tiempo, el gran Evelio Lucero fue nombrando por orden todos los establecimientos que se asentaron en aquel centro comercial.

Entre sus pasillos se podía deleitar inicialmente con un cafetín, liderado por un colombiano; un supermercado Cada; la óptica de Carlos Rodríguez, una peluquería de damas; la mueblería Los Olivos, encargada de Pablo Blanco, hoy conocido como Mueblerama.

La venta de disco Sunset era una de las más famosas en esa fecha, visitada por todos los residentes; el bazar Sucre, donde podían conseguir cualquier herramienta necesaria para el hogar; y la librería Cervantes también tenían su puesto en el Caroní.

Posterior a estos locales se encontraba el estudio de fotografía Foto Luciano, donde Evelio Lucero aprendió todas las técnicas del fotógrafo italiano Scamuzzi, quien era el dueño del lugar acompañado de su esposa Dina. Luego de que Scamuzzi se fuera de la ciudad, Lucero quedó a cargo del estudio.

El cine Altamira le dio vida al centro comercial, al igual que el local El Bunny Bar, el cual estaba a cargo de un español, y las personas llegaban para disfrutar de una buena noche.
Al subir las escaleras para llegar al cuarto piso, el bowling Pink Caroní, les daba la bienvenida, era uno de los lugares más visitado para la época y catalogado como diferente.

La Farmacia Altamira, de españoles; el Banco de Fomento Regional Guayana, la Cámara de Comercio y un restaurante chino, también se encontraban en el cuarto piso de aquel extragante centro comercial.

La variedad de locales y de entretenimientos era era todo un espectáculo, mientras se apreciaba el unísono de todos los comercios y la fraternidad que se tenían los dueños, a pesar de sus nacionalidades.

Vida nocturna

Los burdeles eran lo más reconocido en los inicios de Puerto Ordaz. Los más visitados eran La señora Dora, La neverita y Monterey, pero Copacabana, El puerto de la Cruz, Brisas del Caroní y la Frontier también eran muy solicitados.

La música colombiana daba la bienvenida a los clientes en los locales, la mayoría de ellos se encontraban en el área de Castillito.

Uno de los burdeles más característicos llevaba por nombre La Sorpresa. Lo que lo diferenciaba del resto era la calidad de sus trabajadoras.

Una de ellas era conocida como La arrodilladora, llevaba por nombre María Magdalena. Mientras en los otros locales se cobrabra aproximadamente 25 reales, ella cobraba 100.
“Era delgaba, bonita, cabello largo de negro zafiro y siempre estaba perfumada”, alegó Lucero.

Medios
Evelio Lucero relató con gran humor cómo era comunicarse en aquel entonces.

En el mismo centro comercial, estaba El Correo de Venezuela, el local destinado al telégrafo y el primer periódico de la ciudad llamado “El Caroní”, a cargo de Candido Silva.

Para enviar una carta, se pesaba el sobre donde estaba el papel, costaba 0,45 reales, recuerda Evelio, comentando que tardaba alrededor de una semana en llegar una carta a su destino, por lo que la respuesta de aquella carta, llegaría en un aproximado de dos semanas.

“Como yo era intenso, yo mandaba varias cartas en una sola semana para que las respuestas fueran llegando seguidas”, contó Evelio con gracia.

Por otro lado, enviar un telegrama era mucho más costoso, pero el mensaje llegaba con mayor rapidez.

Cada palabra tenía precio y el mensaje se enviaba como código Morse, narra Evelio, las palabras debían resumirse lo más que se pudiera, para recortar los costos.

“Una vez, un muchacho se quedó accidentado por la zona, el dínamo del vehículo se había dañado, tenía que avisarle a su padre por telégrafo y para resumir el mensaje escribió: manda dínamo, dínamo no manda”, contó Evelio mientras se reía del hecho.

Actual Gran Furama

El restaurante del momento era conocido como “El Mini Chef”, catalogado como una fuente de soda donde todos se reunían. Estaba localizado en la Avenida las Américas, el actual Gran Furama.

Yeccika Bermúdez es la actual encargada del Centro Cívico.

 

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