Precariedad en La Laja
La falta de seguridad, transporte público, centros educativos y coordinación en el consejo comunal del sector La Laja, en San Félix, son parte de las necesidades con las que tienen que vivir día a día sus residentes.
El hermetismo para tocar el tema de inseguridad es lo más evidente entre los habitantes.
“Los delincuentes más viejos en la zona se han ido a apoderar de las zonas del sur, pero quedan los jóvenes y con ellos también hay que tener cuidado. Al parecer, como no tienen a un líder con más experiencias en el mundo delictivo, son más torpes y no les importa asesinar a una persona a cualquier hora y delante de toda la comunidad”, este fue el testimonio de uno de los lugareños, quien prefirió no identificarse por temor a represalias.
Con los brazos cruzados y la mirada hacía las veredas, este habitante siguió diciendo que los dueños de lo ajeno se van a la entrada del barrio y esperan a alguna víctima para despojarla de sus pertenencias.
Insistió en que después de las 6:00 de la tarde, nadie puede estar en las calles ni sentados frente de la casa “porque llegan a robarnos e incluso a malograrnos por oponernos a seguir sus caprichos”.
Según este testigo, las calles El Escudo y la Nacional son las principales afectadas por los azotes.
Por su parte, Tomás Rivas expresó que hace un año fue víctima de la delincuencia dentro de su vivienda.
Tomás es dueño de una bodega en la calle El Escudo. Él está en silla de ruedas a causa de una debilidad muscular y pérdida de masa que empeora con el pasar de los años. La enfermedad se la diagnosticaron hace un año y a raíz de eso, al parecer los malhechores se aprovecharon.
“Al principio se metieron conmigo. La primera vez se llevaron dinero y luego agarraron todo, hasta sin mercancía me quedé, pero después de eso volví a surtir y ya no me han robado más”, agregó.
Nadie se atreve a mencionar el nombre de la banda que lidera la zona o de alguno de sus integrantes.
Todos alegan conocerlos de vista, pero no los conocen por seudónimos. Dicen que son más de siete “muchachos”.
“Ellos se la pasan en las esquinas o en la parada a donde acudimos todos los habitantes para usar el transporte público, pero los que conocemos sus intenciones preferimos pasar rápido si ya nos vieron y es muy evidente evadirlos. De lo contrario, si nos damos cuenta a distancia que en nuestro recorrido toca cruzar con ellos, usamos otra calle para esquivarlos y llegar a nuestro destino sin inconvenientes”, puntualizó otro habitante.
Aunque hubo un lugareño que mencionó que “los malandros han dejado de meterse con los habitantes. En años anteriores no podíamos salir de las casas porque cuando regresábamos no teníamos los enseres”.
Aun así alegó que el problema de inseguridad es el principal dolor de cabeza en La Laja.
Sin oficiales
Los habitantes denuncian que las autoridades policiales no realizan operativos en la zona.
Consideran que si existiera presencia policial en el sector, la delincuencia disminuiría.
“Aquí es bien raro cuando pasa un policía y si eso ocurre preferimos no decir nada porque en realidad no sabemos si confiar en los cuerpos policiales. A veces, los mismo policías están implicados en delitos. Necesitamos que las autoridades regionales den la orden a los funcionarios para que vengan a la zona a operativos especiales y no solo a llevarse un cadáver”.
Sin escuela
La educación para los más pequeños se ausenta de La Laja.
La escuela Manuelita Sáenz tiene más de diez años sin funcionar. Así lo denunció Lourdes Solís.
Los niños en edad de educación primaria tienen que recibir clases en centros educativos de otros sectores.
“Hemos pedido la reactivación de la escuela pero no nos hacen caso y es importante que nuestros niños tengan un centro educativo en la misma comunidad. Todos los niños tienen que estudiar en escuelas de El Roble, centro de San Félix, Palúa y en cualquier escuela en la que dispongan de cupos”.
Lourdes considera necesario remodelar y activar las aulas de clases de la escuela Manuelita Sáenz, porque así los padres y representantes también están al pendiente de los niños.
“Que tengan que salir de la comunidad también es riesgoso. Por lo menos en el mismo barrio estamos pendiente de su entrada y regreso, porque no todos, ni todo el tiempo tenemos disponibilidad para llevarlos a los centros educativos”.
En La Laja, solo funciona el preescolar Jardín de la Infancia.
Más de 50 niños en edades entre los 3 y 6 años de edad reciben educación. Sin embargo, las condiciones en dicha institución no son las mejores para la permanencia de los alumnos.
Leonelis Ríos es la mamá de un menor de 3 años. Contó que la infraestructura no es la adecuada ni cuentan con el servicio continuo de agua potable.
“Hay mucha maleza y los baños no son los adecuados. Sin contar que el servicio de agua es deficiente. Antes no llegaba ni una gota de agua, pero hace unos meses un vecino instaló la tubería de otra conexión y es que llega, pero aun así es muy deficiente”.
Comentó que en las aulas de clases tampoco hay ventiladores ni buena iluminación.
Leonelis agradeció el esfuerzo que realizan los docentes del preescolar, porque pese a que no trabajan en las mejores condiciones no interrumpen el calendario escolar.
Reveló que los padres y representantes organizan jornadas de limpiezas para mejorar el área.
“Los padres y representantes damos colaboraciones para mantener el área limpia, pero aun así, a veces, es difícil mantener la continuidad de la limpieza”.
También recalcó que el trabajo de mantenimiento de la escuela depende de las autoridades regionales.
Cuestionó la falta de atención y la apatía que muestran el alcalde de Caroní, Tito Oviedo; y el gobernador del estado, Justo Noguera, para garantizar una educación de calidad en la zona.
Sin Clap ni gas
La falta de coordinación del consejo comunal Nacional La Laja afecta la distribución de los alimentos en el sector. Eso denunció Milagros Ríos, quien señaló a Julio Prado, como coordinador de la organización para la entrega del Clap, pero tienen más de tres meses que no da razón de un operativo.
“Más nunca hemos visto a Julio Prado, ni a ningún otro vocero del consejo comunal que nos explique por qué no somos beneficiados con el Clap”.
Siguió diciendo que tienen dos meses que no son beneficiados con la venta de gas.
“No hay un vocero que se preocupe por ayudar a disminuir la falla en los servicios de la comunidad. No todas las familias tienen dinero para comprar el gas a un precio de bachaquero”.
Las bombonas de gas doméstico en los sitios clandestinos no bajan de 15 mil bolívares.
No hay transporte
En la comunidad no cuentan con un servicio de transporte público.
Aquellos que tienen que llegar a sus sitios de trabajo, a las aulas de clases y los que necesitan hacer las compras necesarias para el hogar, tienen que caminar hasta la entrada de la comunidad que conecta con Palúa, El Roble y el centro de San Félix.
La misma Milagros Ríos relató que por muchos años contaron con el servicio de carritos por puesto que cubría la ruta corta hasta el mercado de San Félix y hasta la parada de El Roble.
Esa ruta también servía de regreso a sus hogares, pero hace cinco años desapareció.
“Ahora tenemos que caminar hasta la avenida y rezar para que pase un autobús y poder llegar a nuestro destino. Ocurre lo mismo para volver. En las paradas donde sabemos que pasa un microbús cerca de La Laja, hacemos la cola para poder subir”.
Alerta ante lluvias
En La Laja son afectados por las inundaciones producto de la crecida de los ríos en la época de lluvias.
El año pasado fue tildado como “el peor”.
Para Lourdes Solís es inaceptable la precariedad que vivieron entre los meses de julio y septiembre de 2018.
“En mi caso fui una de las refugiadas en el CDI, que está al lado de la escuela Manuelita Sáenz y realmente lo que vivimos fue horrible. Primero la angustia por la crecida del río y luego las condiciones de convivencia. No había colchonetas suficientes, agua potable ni baño”.
Además “para salir del barrio, hubo que hacer trochas que conectara por Palúa, para cumplir con las diligencias y traer alimentos”.
Sin capacitación
Según la directiva del Protección Civil (PC) en la municipalidad, están recorriendo las zonas de riesgo para capacitar a los habitantes y sepan la manera correcta de actuar en caso de inundaciones, pero según los residentes de La Laja, hasta la fecha no han sido visitados por ninguna autoridad.
“Las autoridades se olvidaron de los habitantes de La Laja”, cerró diciendo Milagros Ríos.
Vacunación
En La Laja, hasta la fecha solo han sido beneficiados los niños en edades comprendidas entre 0 y 11 años, con una jornada de vacunación.
Sin embargo, los residentes alegan que deben extender las jornadas de salud, debido a que al comenzar las lluvias, aumenta el brote de enfermedades de la piel, dengue y paludismo.
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