La telenovela venezolana celebra bodas de titanio
A priori, podría parecer que no hay muchos motivos para celebrar, al tomar en cuenta que ha transcurrido más de un lustro desde que se estrenó la última telenovela facturada en el país: “Para verte mejor”. Sin embargo, a lo largo de la historia de la industria televisiva nacional, las producciones dramáticas han contado con el beneplácito del público que las ha destinado a los horarios de mayor audiencia y, en algún momento, las convirtió en apetecibles productos de exportación.
Frente a una actualidad sombría, apenas encandilada por el anuncio de una miniserie que reactivará los estudios de Venevisión, hay siete décadas de hitos y títulos que son más que suficientes para picarle la torta a la telenovela venezolana. Los tequeños y las bolitas de carne corren por cuenta de cada quien.
La televisión como medio se presentó a la sociedad criolla el 22 de noviembre de 1952, aunque algunas fallas técnicas incidieron en que las transmisiones se regularizaran a partir de enero del año siguiente. Primero fue la cadena pública Televisora Nacional C-5 y, a mediados de año, la privada Televisa C-4 (hoy VV).
En La Colina, estrenaron “Los casos del inspector Nick”, considerado el primer programa dramático de continuidad, aunque su contenido estaba relacionado con investigaciones policiales. Nada que ver con el amor ni con las lágrimas.
No obstante, todo estaba por hacer. Es así como el mismo año (1953) y el mismo canal (Televisa) lanzó “La criada de la granja”, historia romántica que ocupó el horario de las 7:00 p.m. El elenco lo encabezaron Aura Ochoa y José Torres, aplaudido en el futuro como el bondadoso Tacupay de “Ka ína”. Los capítulos eran transmitidos en vivo, de lunes a viernes, por lo cual los actores tenían que aprenderse sus parlamentos de memoria. Cada episodio duraba 15 minutos. Así nació el género.
En esos primeros tiempos, tuvieron mucha fuerza los patrocinantes. Como La telenovela Camay y La telenovela Palmolive quedaron identificados los espacios destinados, principalmente, al público femenino. Tal figura desapareció en 1964, dando paso a La novela del hogar, La novela pasional y la novela romántica.
En los 50, las telenovelas se mantuvieron entre los 20 y los 25 capítulos. Los grandes cambios ocurrirían en la década siguiente.
El primer torbellino
En 1961, la aparición del videotape revolucionó la forma de hacer televisión. Grabar, repetir, cortar, pegar, dieron forma a un lenguaje propiamente televisivo. Dos años después, surgió el apuntador electrónico que desplazó a la memoria. Ambos inventos fueron introducidos en el país por Rctv.
Amparada por esos recursos, en 1964, llegó a la pantalla chica “Historia de tres hermanas”, protagonizada por Eva Moreno, Eva Blanco, Doris Wells y Raúl Amundaray, siendo la primera telenovela con capítulos de una hora, proyectados los martes a las 7 pm.
La mesa quedó servida para el primer fenómeno de audiencia: “El derecho de nacer”. Basada en la radionovela del cubano Félix B. Caignet, fue la primera telenovela transmitida de lunes a viernes, con episodios de 60 minutos. El romance entre Conchita Obach y Raúl Amundaray estuvo al aire durante dos años, dos meses, ocho días y dos horas, estableciendo un récord que se mantendría desde 1965 hasta 1994, cuando fue batido por la maratónica “Por estas calles”.
Otro hito importante se registró en 1967. Con “La tirana”, Rctv extendió las transmisiones de su telenovela estelar hasta los sábados. La historia original de Manuel Muñoz Rico fue encabezada por Eva Moreno, Edmundo Valdemar y Raúl Amundaray.
El mismo año Venevisión lanzó “Lucecita” que marcó un doble debut de especial repercusión dentro del género: el de Delia Fiallo como imbatible escritora de telenovelas y el de Marina Baura como invaluable protagonista, en este caso, al lado de José Bardina.
En 1969, “Mi maestro”, de factura mexicana, se convirtió en la primera telenovela extranjera en llegar a la pantalla venezolana. Sus protagonistas fueron Sara García, Miguel Manzano, Pilar Sen y Amador Bendayán, antes de convertirse en “El gigante de los sábados”.
El mundo y más allá
La década de los 70 destaca por sentar las bases de lo que más tarde sería una gran fuente de ingresos para las productoras nacionales: la exportación. Además, hubo giro en relación con los contenidos y la policromía llegó a la pantalla chica.
Exactamente en 1972, Rctv logró vender en el exterior “La usurpadora”, con Marina Baura y Raúl Amundaray, dando vida a la historia original de Inés Rodena. Venevisión hizo lo propio con “Esmeralda”, firmada por Delia Fiallo, con Lupita Ferrer y José Bardina como cabecillas de elenco. Fueron las dos primeras telenovelas criollas en seducir a públicos foráneos.
Un año más tarde, América Alonso, Martín Lantigua y Adita Riera protagonizaron “La loba”, de Manuel Muñoz Rico. En La Colina se apuntaron el tanto de experimentar con el suspenso causado por un asesino serial, en medio de tramas amorosas.
En 1975, la respuesta de Quinta Crespo resultó en la primera telenovela grabada a color, con 80% de exteriores. “Doña Bárbara”, el clásico de Rómulo Gallegos, contó con Marina Baura y Elio Rubens en los créditos principales. A pesar de la innovación tecnológica, fue transmitida en blanco y negro.
La madurez del género le permitió llegar al siguiente nivel. Rctv inició un capítulo de significación especial con la llamada “telenovela cultural” que comenzó en 1977.
“La hija de Juana Crespo” resultó un canto feminista reivindicativo, con Salvador Garmendia y José Ignacio Cabrujas, escribiendo para Hilda Vera, Mayra Alejandra y José Luis Rodríguez; y “La señora de Cárdenas” abordó por primera vez el tema del divorcio, a través de la mirada de Doris Wells y Miguelángel Landa, plasmada por Cabrujas, Fausto Verdial y Julio César Mármol.
Mármol también encabezó el equipo de libretistas que dio forma a “Estefanía”. La historia ambientada en tiempos de la dictadura perezjimenista contó con las actuaciones estelares de Pierina España, José Luis Rodríguez y Carlos Olivier, convirtiéndose en la primera telenovela transmitida a color. Fue en 1979.
La industria hizo ¡Boom!
Los años 80 fueron de grandes satisfacciones para la industria de la telenovela. Rctv y VV cargaron todas sus baterías para ganar el rating que se traducía en números de anunciantes.
“Elizabeth” (1981), con Caridad Canelón y Orlando Urdaneta, rompió esquemas al cerrar la historia con la muerte de la protagonista. “Ligia Elena” (1982), con Alba Roversi y Guillermo Dávila, pasó de miniserie a telenovela, al ritmo de Rubén Blades. “Leonela” (1983), con Mayra Alejandra y Carlos Olivier, escandalizó por cerrar su primer capítulo con una escena de violación. Y “Las amazonas” (1985) consolidó a la pareja formada por Hilda Carrero y Eduardo Serrano.
Mención aparte merece “La dueña” (1984). José Ignacio Cabrujas y Julio César Mármol se unieron de nuevo para desarrollar la trama inspirada en “El conde de Montecristo” que metió a Venezolana de Televisión, en la pelea por el rating, a las 9:00 p.m. Amanda Gutiérrez y Daniel Alvarado encabezaron la producción ambientada en los años 20 del siglo pasado.
Sin embargo, todos los laureles son para “Cristal” (1985). La trama que Delia Fiallo creó, tras abandonar La Colina para instalarse en Bárcenas, se convirtió en un fenómeno de ventas en el exterior. Los rostros de sus protagonistas, Jeannette Rodríguez, Carlos Mata, Lupita Ferrer y Raúl Amundaray, se hicieron harto conocidos en distintas latitudes y abrieron las compuertas de un mercado que se familiarizó con el acento venezolano.
“Topacio” (1985), “La dama de rosa” (1987), “Abigaíl” (1988) y “Rubí rebelde” (1989) aprovecharon el interés generado por las historias criollas.
Al cierre de la década, Cabrujas concibió un capítulo final de dos horas de su exitosa “Señora” (1988), para competir con Miss Venezuela. Maricarmen Reguero, Carlos Mata, Caridad Canelón y Flavio Caballero se vieron las caras con el concurso de belleza.
Y Venevisión le apostó a la comedia con “Paraíso” (1989) que aumentó el atractivo del horario de la 1:00 p.m., con Amanda Gutiérrez, Víctor Cámara, Belén Marrero y Mariano Álvarez.
Más hitos
“Emperatriz” (1990) marcó el regreso a la televisión de Marina Baura, después de un descanso de seis años. Lo hizo para impulsar a la productora fundada por su esposo Hernán Pérez Belisario: Marte TV.
Pero los dos fenómenos de la década fueron gestados en Quinta Crespo, en 1992. Uno fue “Por estas calles”, la telenovela social que reventó los índices de audiencia, con Marialejandra Martín, Aroldo Betancourt, Franklin Vírgüez y Gledys Ibarra, atendiendo los textos de Ibsen Martínez y su equipo de libretistas. Negados a matar su gallinita de los huevos de oro, los ejecutivos de RCTV alargaron la historia durante dos años, dos meses y 28 días.
El otro fue “Kassandra”. La trama protagonizada por Coraima Torres y el puertorriqueño Osvaldo Ríos, a partir de “Peregrina”, original de Delia Fiallo, estableció un Récord Guinness al convertirse en la telenovela vendida a más países. Además de ser la primera historia del género transmitida en Japón, se le atribuye haber causado treguas en la guerra Bosnia-Herzegovina, para que las tropas pudieran ver los capítulos.
En 1993, en Bárcenas estrenaron la primera telenovela con dibujos animados. “Dulce ilusión” contó con la lagartija Homero, la canaria Alicia y el tucán Prometeo, junto a Coraima Torres, Gabriel Fernández y Marisela Berti.
“Juana la virgen” (2002) se anotó un gran éxito cuando la cadena estadounidense CBS adquirió sus derechos. “Guayoyo exprés” (2005) marcó la incursión de Televen en el género dramático, tras dedicar su programación a variedades, deportes e información. “Caramelo ‘e chocolate” (2008), original de Carlos Pérez, fue el coqueteo de TVes con las telenovelas, durante la presidencia de Lil Rodríguez. Y “Los secretos de Lucía” (2014) tiene el honor de haber sido la primera producida en HD.
Este repaso quedaría incompleto sin “La viuda joven” (2011). La trama de suspenso concebida por Martin Hahn tuvo a Mariángel Ruiz, Verónica Schneider y Luis Gerónimo Abreu como protagonistas de la telenovela con más sintonía en lo que va del siglo XXI.
La transmisión de su capítulo final logró un share de 80 % y, en tiempos de redes sociales, originó el hashtag #LaViudaJode, con comentarios diarios de la periodista Carmela Longo y del fotógrafo Iván Dumont, quienes escribieron una historia paralela cargada de humor.
Tiros al piso
A la gestión de Ricardo Tirado como gerente de programación de Venezolana de Televisión se deben dos hechos de gran valía para la industria nacional. A principios de los 80, le apostó a las telenovelas brasileñas con “La esclava Isaura”, “La sucesora” y “Ronda de piedra” que acercaron al público local a nuevas propuestas. Y una década después repitió la experiencia con producciones colombiana, siendo “Café con aroma de mujer” la carta de presentación de lo que hacían los otros vecinos.
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