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Pelucas y postizos: aliados para la autoestima en pacientes

Ortíz recuerda a una niña de 10 años con cáncer que, tras recibir su peluca personalizada, pudo asistir a su fiesta de fin de año y participar en actividades escolares con total confianza.
jueves, 30 octubre 2025
pelucas
Karla Ávila Morillo | También ha impulsado iniciativas solidarias que permiten que personas sin recursos puedan acceder a pelucas personalizadas

Para muchas personas que enfrentan enfermedades como cáncer de mama, alopecia o condiciones que provocan la caída del cabello, perderlo representa mucho más que un cambio físico: implica un golpe a la autoestima, a la identidad y al bienestar emocional.

Sin embargo, las pelucas, prótesis capilares y postizos, se presentan como herramientas que permiten recuperar parte de esa confianza y sensación de normalidad, más allá de la estética superficial.

La señora Nayeli Ortíz, estilista profesional con 20 años de experiencia trabajando en Ciudad Guayana, ha dedicado su carrera a acompañar a pacientes que atraviesan este proceso.

“Cuando la persona se ve al espejo con una peluca diseñada para ella, recupera la confianza. Es como si se completara algo que la enfermedad le había arrebatado. Muchas veces las personas me dicen que sentirse bien con su peluca es un superpoder, porque les permite salir, mostrarse y reencontrarse con su identidad”, explica Ortíz.

El trabajo de Ortíz no solo se limita a la colocación del cabello artificial. 

La especialista ha tenido que adaptar su espacio para ofrecer privacidad a quienes sienten vergüenza de mostrar su calvicie ante otros.

Este detalle refleja la presión social y el estigma que todavía existe alrededor del uso de pelucas por motivos de salud. “Salir sin cabello requiere mucho valor. Hay una mirada social que, aunque no siempre se expresa, hace que la persona se sienta juzgada o con lástima. La peluca les permite salir sin ese peso”, asegura.

 

Impacto psicológico

El impacto psicológico de recuperar la apariencia física se refleja en la mejora del ánimo y el bienestar general. Según Ortíz, la armonía entre mente y cuerpo es fundamental: “Cuando la mente se siente bien, el cuerpo reacciona de manera positiva. Recuperar la imagen perdida puede ser tan poderoso como cualquier tratamiento médico. La belleza también sana”.

A diferencia de Venezuela, en países desarrollados el uso de pelucas y postizos está completamente normalizado y no se limita a quienes atraviesan un tratamiento médico.

“Hoy en Europa o Estados Unidos, las personas usan pelucas por moda, por experimentar con colores o por comodidad. Aquí todavía existe la idea de que quien usa una peluca está enfermo, y eso debe cambiar”, afirma Ortíz, subrayando la necesidad de desmitificar este recurso.

Cada caso es distinto

El trabajo de la estilista abarca a hombres, mujeres, niñas y niños, con pelucas hechas a medida, adaptadas al estilo y personalidad de cada persona.

Cada caso es distinto: la forma de la cabeza, el tipo de calvicie, el color de cabello y la textura natural se combinan para crear un accesorio que no solo cubre la pérdida, sino que permite recuperar la identidad y el orgullo personal.

Ortíz recuerda a una niña de 10 años con cáncer que, tras recibir su peluca personalizada, pudo asistir a su fiesta de fin de año y participar en actividades escolares con total confianza.

“Fue impresionante ver cómo su autoestima y alegría impactaron en su recuperación. La mente y el cuerpo se alinean cuando la persona se siente bien consigo misma”.

 

Solidaridad

A raíz de su experiencia personal, debido a que uno de sus hijos presentó una enfermedad que se llama Púrpura Trombocitopénica Trombótica (PTT) en la que se vio obligada a llevar al niño a los centros de salud oncológicos (porque era paciente del Hospital Dr. Raul Leoni en Guaiparo), esta situación la llevó a compartir con las personas que asistían a hacerse las sesiones de quimioterapia, fue ahí donde experimentó de cerca una perspectiva más humana de lo que significa perder el cabello, sobre todo en niños, niñas y adolescentes. 

Nayeli también ha impulsado iniciativas solidarias que permiten que personas sin recursos puedan acceder a pelucas personalizadas.

Ella tenía una fundación junto a una doctora amiga que falleció durante la pandemia por Covid19, sin embargo, esto no la detuvo para seguir ofreciendo ayuda a aquellas personas que lo necesitan y que no tienen recursos económicos para mandar a hacer una peluca.

“Siempre que recibo donaciones de cabello, las destino a alguien que realmente lo necesite. Las pelucas oncológicas deben tener menos peso y estar equilibradas, porque la idea es que la persona las use cómodamente en su día a día. Trabajo todo el proceso, desde el estilismo hasta el mantenimiento, para que la persona pueda sentirse bien y segura”, señala. 

La creación de cada peluca es un proceso artesanal de aproximadamente dos días, y cada pieza se adapta al tamaño, color y estilo personal de quien la usará, asegurando que se vea natural y armoniosa.

Más allá de la moda o la apariencia, el uso de pelucas y postizos representa un derecho al bienestar emocional, a la dignidad y a la autonomía sobre la propia imagen. Desmitificar su uso y normalizarlo puede contribuir a que más personas se sientan empoderadas, libres de estigmas y capaces de enfrentar sus desafíos de salud con mayor resiliencia y confianza.

 

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