El legado del maestro José Antonio Abreu continúa latente
Tras tres años de su fallecimiento, el legado del maestro José Antonio Abreu continúa latente en cada músico y orquesta que forma parte del Sistema Nacional.
Abreu nació el 7 de mayo de 1939 en Valera, estado Trujillo; y a los cinco años inició sus estudios de música.
En Caracas estudió piano en la Academia de Declamación Musical; más adelante aprendió órgano, clavecín y composición en la Escuela Superior de Música José Ángel Lamas.
Egresó de dicha institución como profesor ejecutante, maestro compositor y director orquestal. Además se graduó como economista de la Universidad Católica Andrés Bello.
Fue diputado al Congreso Nacional en 1958 y en 1967 recibió el Premio Nacional de Música Sinfónica.
Abreu fundó en 1975 la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil y el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, modelo que más adelante se replicó en otros países.
El maestro José Antonio Abreu falleció en Caracas el 24 de marzo de 2018, se desconoce la causa de su muerte.
“Tocar y luchar”
Ennio Palumbi, fundador del Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Ciudad Guayana, expresó que el legado de Abreu va más allá del Sistema Nacional de Orquestas.
“Es lo que forjó en cada uno de nosotros, no solamente en diferentes generaciones, sino a través de muchas naciones. Esa manera de hacer música y de influenciar a la sociedad a través de ella”, resaltó.
Declaró que Abreu enseñó sobre compromiso, la disciplina, el esfuerzo, la excelencia. “El apuntar bien alto fue unos sellos importantes que dejó el maestro”, comentó.
Palumbi citó a Abreu a través del lema “tocar y luchar”, que va más allá de ser músico sino de esforzarse cada día para mejorar cada hito logrado.
“Los que hemos formado parte y formamos parte de este gran hermoso movimiento, sea dentro del país o fuera de él, llevamos intacto el ADN de lo que es ser parte, de lo que es ser un miembro de un movimiento sinfónico orquestal”, confesó.
El fundador de la Orquesta Sinfónica de Ciudad Guayana admitió que el compromiso de mantener el legado de Abreu sigue intacto y es cada vez mayor.
“José Antonio no solamente nos enseñó, él nos modeló a cómo hacer que esto perdurara en el tiempo y la manera de que fuera una reproducción natural y sana”, señaló.
Para Palumbi, la mejor manera de honrar a Abreu, un hombre que entregó toda su vida al servicio de los niños, es mantener los valores que él inculcó “utilizando la música como un medio de dejarles un legado que perdurara en el tiempo”.
“Se nos inculcó principalmente con el ejemplo (…) El compromiso es mantener los mismos valores que han hecho que la institución perdure”, mencionó.
Acotó que Abreu, entre tantas virtudes, creó una nueva profesión: ser constructores de orquestas, lo que admitió que no se enseña en ninguna universidad.
“Está bien ser director de orquestas pero creo que para mí, el sistema a través de José Antonio me enseñó no a ser un director de orquesta, sino ser un constructor de orquestas”, explicó.
Cambia la vida
Sofía Castillo perteneció por siete años a la Orquesta Sinfónica de Ciudad Guayana, una experiencia que explicó que significó crecimiento, conocimiento, empatía y valores.
Señaló que en el Sistema Nacional de Orquestas, el legado de Abreu es formar ciudadanos de valor.
Génova Castillo tocó clarinete por aproximadamente 14 años y declaró que es un honor haber formado parte del Sistema Nacional de Orquestas.
“Gracias a eso se me inculcaron valores que fortalecieron mi persona durante mi adolescencia y fueron fundamentales para mi formación, para la persona que soy hoy”, añadió.
Elías Sinnette formó parte de la Orquesta Sinfónica de Ciudad Guayana por 15 años, 11 de ellos tocando el clarinete, ahora es productor musical en Uruguay.
Sinette habló sobre el legado de Abreu como música para todos y el comienzo de la evolución en la educación musical a nivel mundial.
“Que no debes pertenecer a una élite o tener algún tipo de conocimiento de la música para pertenecer al sistema. Más instrumentos, menos balas. Cambiar la vida de todos los que estuvimos dentro de él”, comentó.
Confesó que haber formado parte del Sistema Nacional de Orquestas fue la mejor experiencia, porque ahí es donde se encargan de descubrir realmente el talento de sus integrantes.
“Fue una de las cosas más hermosas que Dios me pudo dar. De hecho fue la que me permitió conseguir mi camino en la música que es lo que empleo hoy en día: disciplina, amor, honestidad, pasión y empatía”, contó.
Elizabeth Gordones tocó el violín desde los 11 años y estuvo en el Sistema Nacional de Orquestas por 16 años.
Sigue el compromiso
Ángel Herrera, profesor de la Orquesta Sinfónica de Ciudad Guayana, acotó que el significado de pertenecer al Sistema Nacional puede variar un poco en cada persona pero todos apuntan hacia una misma dirección.
Herrera inició hace diez años como músico y posteriormente se convirtió en docente de la Orquesta Sinfónica, una labor de la cual confesó que se enamoró.
“Formar parte de este sistema ha sido un regalo. Como decía el maestro Abreu, tocar, cantar y luchar, esa frase propia de la labor que hacemos. Todavía hay juventud, hay niñez, hay adultos que creemos que se puede seguir sembrando música y cosechar buenos resultados”, apuntó.
Herrera opinó que parte del legado de Abreu reside en cada uno de los músicos y “en cada rincón de Venezuela donde hay una orquesta, donde se sigue la línea de formación del sistema”.
“Todos y cada uno de nosotros a medida que vamos transcurriendo una trayectoria musical, nos vamos sintiendo más comprometidos con la labor de nuestro ilustre maestro”, agregó.
Resaltó que el Sistema Nacional de Orquestas nació como un sueño, una visión de Abreu que terminó superando las expectativas de quienes empezaron a rodearlo.
El docente relató que la fundación del Sistema Nacional de Orquestas inició con una dotación de sillas y atriles para 100 músicos jóvenes y solo llegaron once, pero Abreu decidió sembrar y multiplicarlo por miles.
“Fue una de las mejores decisiones que pudo tomar. Venezuela cambió, los músicos cambiamos, gracias a esta siembra que ha hecho el maestro en cada uno de nosotros”, soltó.
Herrera explicó que la formación musical se suma a la académica, aprovechando la inteligencia y la capacidad del niño para absorber mucho de los conocimientos, a través de la cual se crean jóvenes virtuosos por una disciplina que comienzan a temprana edad.
A pesar de la situación económica del país y la medida de cuarentena por la pandemia de covid-19, el docente comentó que continúan con la formación musical.
Admitió que ha sido difícil habituarse a limitar la presencia presencial y el contacto con los instrumentos, así como el trabajo con el ensamblaje orquestal pero mantienen “el trabajo de hormiguita”.
“El compromiso de cada uno de los que forman parte del sistema es mantener esa llama latente, aunque tengamos que tocar y que el público sea nuestro teléfono. Nos preparamos para cuando podamos regresar”, afirmó.
Espera que puedan celebrar la reanudación de las actividades, de la música y la labor con mayor efectividad.
“El músico venezolano nacido, formado, y en algunos casos enviado por el Sistema, sabe que este compromiso es tocar, cantar y luchar”, cerró.
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