El drama de los venezolanos que viven la cuarentena en Europa
Sin importar en qué país del mundo esté, la preocupación por el Coronavirus está presente. La pandemia por el Covid-19 afecta a cientos de naciones, incluyendo a Venezuela, que hasta el momento, ha confirmado 106 casos positivos en su territorio.
Pero hay venezolanos que viven desde mucho antes esta emergencia sanitaria mundial y las limitaciones que implica evitar la propagación.
Daniela Cancino llega llorando todos los días a su casa. Tiene un año en Madrid y desde el 14 de marzo vive en carne propia la cuarentena en el país europeo.
“Veo a la misma gente ir de compras tres días seguidos, pasear cinco veces al perro, o solo bajar a comprar un esmalte de uñas. No hay conciencia y por ellos vamos a pagar todos. Yo arriesgo mi salud seis días a la semana”, cuenta con impotencia porque “se supone que no debes salir a visitar ni al vecino”.
Señala que quienes aún están activos trabajando notan la gravedad de toda la situación. “En la mayoría de los casos, las empresas no proporcionan lo necesario (supongo que porque no hay)”.
Los ciudadanos hacen colas afuera de los establecimientos para hacer compras y a la vez evitar las aglomeraciones dentro de las tiendas. Deben cumplir con una distancia mínima de un metro entre sí y entrar por grupos de 10 personas.
Si en la calle no cumplen con las normas de distanciamiento, la policía puede detenerlos y aplicarles una multa.
En España, el uso de las mascarillas o guantes no son obligatorios para los particulares. Aun así, Daniela está preocupada porque no se consiguen insumos en las farmacias, los casos de Coronavirus aumentan cada vez más y su destino como migrante pasó a ser un caos.
La angustia de la venezolana tiene motivos. Las estadísticas de España son alarmantes con más de 40 mil contagios y más 3 mil fallecidos, cifras que pueden aumentar de no cumplirse los protocolos de cuarentena.
“No imagino lo que tienen que ver y vivir los que trabajan en centros de salud”, afirma.
De vuelta a Venezuela
El temor a que esta situación empeorara hizo que Jorge Hernández, otro venezolano, se regresara al país a pasar la cuarentena. “Los casos se han multiplicado desde que me fui. Cuando llegué a Venezuela apenas había mil casos en España”.
Mientras estuvo en ese país, vivió la limitante para conseguir tapabocas. “Allá siguen diciendo que solo es necesario para personas enfermas. Se consiguen mascarillas al detal y muy caras pero en abastos pequeños, no en farmacias o supermercados”.
Los españoles optan por Amazon para hacer sus pedidos, pero los envíos pueden tardar dependiendo el inventario.
Aclara que a pesar del estado de alarma, pudo viajar sin ningún tipo de restricción y aunque le gustaría volver, no tendría sentido en este escenario.
Cuarentena estricta en Italia
En Italia el panorama es mucho más dramático, debido a que con 7.503 fallecidos y 74.386 contagios (balance del 25 de marzo), se convirtió en el epicentro de la epidemia, según la Organización Mundial de la Salud.
“No puedes salir. Solo para comprar comida y en caso de tener mascotas para pasearlos siempre en tu perímetro”, cuenta Claudia Rengifo, venezolana que reside en Verona y tiene tres años en Italia.
Desde el 13 de marzo dejó de trabajar, cerraron prácticamente todo. La mayoría de la población acata la cuarentena, pero aun así el gobierno italiano es cada vez más estricto, describe Claudia.
Por ahora las autoridades vigilan que el distanciamiento se cumpla a cabalidad. “Patrullan y si ven algo raro te detienen. Te pueden multar”, como sucede en España.
“También controlan entradas y salidas de la ciudad”, agrega.
Por ahora, Claudia solo sale a sacar la basura y al supermercado que le queda a 200 metros. Mientras más temprano va hacer las compras, hay más personas.
Tienen que hacer fila guardando un metro de distancia y en algunos locales, limitan el tiempo de compra y solo puede ingresar un integrante del grupo familiar.
La venezolana no cuenta con ningún subsidio. Pero, tiene derecho a pedir la cuota por desempleo, un trámite que tratará de hacer esta semana.
Economía en pausa
Carla Ochoa también está en cuarentena desde el 14 de marzo en Huesca, España. La venezolana trabajaba en una chocolatería/cafetería y ese tipo de comercios, junto con los bares, restaurantes y discotecas, están cerrados por la pandemia.
A diferencia de Claudia, Carla espera cobrar lo que ha cotizado en el Seguro Social, pero no todos cuentan con esa misma suerte. “Quienes no estaban trabajando no sé en qué situación quedarán. Las personas que no hayan cotizado en la Seguridad Social sí que lo tienen difícil, porque si no han cotizado, entonces no cobran pero nada”.
En Huesca son fieles a la cuarentena: cero reunión, prohibidas las visitas; solo pueden salir a comprar comida o a trabajar, quienes estén autorizados.
“Si sales a la calle sin razón alguna te pueden multar. Te llaman la atención y multa”, cuenta.
La venezolana con cinco años y medio en España, evita salir de casa y tiene muchas horas al día libres en medio de esta situación. El 22 de marzo extendieron la cuarentena por 15 días más.
Sin embargo, con todas las preocupaciones que tienen en Europa con el Coronavirus, los migrantes venezolanos tienen un temor mayor: que la pandemia se agrave en Venezuela, donde aún residen sus familias y no se registran fallecidos hasta ahora.
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