Conoce a Ruplares, el venezolano que hace obras de arte con caucho
Todo comenzó cuando Jhonathan Delgado regresó a su país para tomar unas vacaciones. En aquella oportunidad, el joven nacido en el estado de Barinas, transitaba por una de las carreteras y realizó una parada.
Al bajarse del vehículo observó un local donde vendían artesanías y distintos objetos utilitarios, entre los que encontró piezas hechas con la goma de cauchos reciclados.
Una de ellas era de un ave que obtuvo toda su atención y lo hizo pensar que al regresar a España —donde vive desde pequeño junto a su madre— podría dedicarse a realizar obras de arte a partir de las llantas recicladas.
Así nació el proyecto artístico Ruplares, una propuesta que dirige Jonathan junto a su novia Zoleidy Rentería y su primo John Anderson, que comenzó a tomar forma en noviembre de 2015 en la isla española de Fuerteventura, la segunda más grande de las islas canarias.
El venezolano habló con RT en Español para hablar de su propuesta artística, que tiene entre sus principales metas establecer un récord Guinness al crear la escultura más grande del mundo realizada con caucho reciclado.
Una cabra surfera para Fuerteventura
Para la obra con la que busca imponer el Guinness, Jonathan necesita que un ingeniero apruebe el proyecto y lo firme.
“La idea es hacer una cabra surfera, que es típica de la isla. El problema es que he tenido que buscar arquitectos e ingenieros para hacer el proyecto, porque en España piden muchos papeles para obtener el permiso, pero ninguno se anima, no se arriesgan a darle el visto bueno”, explica.
Con ese documento, Ruplares llevaría la propuesta al gobierno local, que ya tiene conocimiento de la propuesta, para que determine qué tipo de obra aprobarían.
“Sólo falta la autorización del arquitecto que diga que la obra es viable y segura, pero con los que he hablado no se arriesgan porque en la isla hay mucho viento y eso se convierte en un problema”.
La obra que planea realizar tendría una medida de 15 metros de alto, por lo que necesitaría el apoyo de al menos seis personas y requeriría varios meses de trabajo.
Para lograr su cometido, explica, debería hacer que la cabra sea mucho más larga de lo que pensaba originalmente, pues así podría eliminar el impacto del viento por las fuertes corrientes de aire y conseguir que la pieza sea aprobada.
¿Cómo inició todo?
Jhonathan recuerda que desde su viaje de vacaciones a su país natal, pasaron años para que se diera la oportunidad de comenzar a realizar su primer proyecto: un ave como la que había visto en Venezuela.
“Aquella que vez volví a Venezuela y vi las cosas hechas con caucho de carro dije, en España reciclan mucho, me voy a llevar la idea para allá. Pero durante tres años no hice nada, hasta que un día fui a cambiar las ruedas y le dije al mecánico, déjamelas que voy a probar algo”.
El primer trabajo lo inició junto a su pareja, ella decidió ayudarlo a crear, todo de forma autodidacta, y dieron origen a Ruplares, acrónimo de “Ruedas, Plantas y Reciclaje”, que comenzó con varias creaciones como zarcillos, llaveros, camas para mascotas, maceteros, adornos, entre otros objetos.
“Comencé con mi chica y traté de hacer una pieza como la que había visto en Venezuela, pero no me salía, nunca me salió. Tuvimos que comprar una caladora, porque era muy difícil cortar el caucho que tenía alambre. Luego se nos ocurrió probar con caucho de moto, fui al taller, lo probamos y salió muy bien”.
Tras años de trabajar el caucho con pedidos que les hacían, deciden volver a intentar con una pieza de arte.
“Un día dijimos, ‘vamos a intentar hacer a un animal’ e hicimos un lobo. Nos encantó y decidimos llevarlo a una tienda de bicicletas donde nos daban las ruedas. El día que lo llevamos, una persona nos vio y se enamoró. Nos dijo que lo quería comprar, le dimos precio y nos pagó de una vez”, contó.
Tras esa primera venta, Ruplares comenzó a realizar más piezas de arte.
“Vimos que gustaba mucho, porque es algo diferente, no es común. El cliente que nos compró el lobo ahora tiene como 12 obras nuestras y siempre nos pide”, apuntó.
Ayudar al medioambiente
Delgado resalta que si bien en España hay una buena cultura de reciclaje, también existe un gran problema con los neumáticos, pues se acumulan por cantidades en extensos lugares que se han incendiado y generan mucha contaminación.
“La gente no sabe qué hacer con tanto caucho y se me ocurrió que al menos un porcentaje de eso podría restar al mundo y convertirlo en arte. Entonces, busco los neumáticos en los talleres o ellos me llaman, si no, les toca pagar para que el camión se les recoja”.
Una vez los lleva a su taller, Jonathan prepara los cauchos, los lava y corta para dejar las gomas listas.
“Al principio era difícil, tardaba, porque hay mucho caucho que tiene alambre, sin embargo, con la práctica te adaptas. Con los años le he ido agarrando el truco, ya sé cuál rueda tiene alambre y cuál no, o cuál es mejor para una cosa u otra”.
Y el aprendizaje ha valido la pena: “Lo más gratificante, además de reciclar, es ver que de un caucho que estaba en la basura surgen obras espectaculares. También me anima mucho las reacciones de la gente, me motivan a seguir, como ha sido el reconocimiento de famosos que me escriben y compran mis obras”.
Delgado comenta que una de las piezas que más les ha costado trabajar fue un barco saliendo de una pared que les pidió un cliente, y que finalmente vendió en casi 4.000 euros.
Ruplares trabaja piezas de distintos tipos, todo depende de lo que le pidan sus clientes.
Envía sus obras a distintas regiones del mundo y prueba de ello son los pedidos realizados por varios intérpretes de música urbana como Ozuna, Baby Rasta, entre otros representantes de la farándula.
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El Museo
La iniciativa artística gustó tanto que, en julio de 2019, sus integrantes decidieron abrir el Museo Ruplares para que turistas y residentes pudieran comprar y ver sus obras en Puerto del Rosario.
Meses después, con la entrada de la pandemia del covid-19, el museo tuvo que bajar las persianas y hasta la fecha se mantiene así.
“Tuvimos que cerrar por el tema del coronavirus y hasta que no se estabilice prefiero no puedo abrir. Es mejor que pase todo pero ahora estoy pensando en abrir uno al aire libre, en un campo”.
“Aparte del museo que abrimos, siempre iba a exponer las obras en distintos espacios y la gente siempre reaccionaba positivo. Eso es lo que me hace seguir creando”, comenta Delgado, quien resalta que no es fácil comenzar un proyecto personal.
“Hay que tener empeño y valor. Hay mucha gente que tiene buenas ideas pero les da miedo arriesgarse, pues como dicen, ‘el que no arriesga no gana’. Al principio cuesta, hubo momentos que me provocó dejarlo todo, pero ahí es cuando uno tiene que ponerle más, ser perseverante, persistente y tener paciencia, porque las cosas no son como uno piensa”.
La arepera llanera
Delgado no se dedica exclusivamente a la venta de arte. Su principal fuente de ingresos es un restaurante dedicado a la venta de la tradicional arepa venezolana, un local que ha sido reconocido como el mejor de Fuerteventura.
“Actualmente no me dedico solo al arte. Tengo una arepera, la única en la isla, y me dedico a ambos emprendimientos. Tengo cuatro años trabajando y nuestro restaurante, “Arepas Llaneras”, que está catalogado como el número uno de la isla en las reseñas de Tripadvisor”, comenta.
En su momento, la idea de llevar este plato de comida típico de Venezuela a una isla de España le sonaba raro a muchos de los residentes, que le comentaban que no iba a tener éxito.
“En los dos negocios, tanto en las ruedas como en la arepera, había personas que se reían de lo que hacía”, contó.
“Con la arepera me decían que eso no iba a funcionar, que la gente era muy cerrada. Con el arte también me reclamaban que sino tenía otra cosa qué hacer, pero no les paré, seguí con mi sueño y gracias a Dios me ha ido bien”.
Por ejemplo, comenta, en la arepera las personas al principio estaban un poco reacias a probar. “Pero cuando degustan las arepas les encantan, dicen que tienen un sabor único y se llevan las pelúas, la reina pepiada, las sifrinas, todas”.
El éxito de los proyectos de Jonathan junto a su familia lo resume en la satisfacción de sus clientes. Resalta que ese sentimiento lo llena de orgullo, como cuando le escriben personas famosas para adquirir sus obras y luego comparten imágenes de ellas en sus redes sociales.
“La primera vez que hablé con uno de los famosos no me lo creía, y cuando esa persona tenía mi obra en sus manos casi ni pude dormir de lo impresionado que estaba. Eso ha ayudado a que se forme una cadena que ha puesto mi trabajo a la vista y que mis obras viajen a cualquier parte del mundo”, cerró.
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