Amanda Madero: “Soy actriz para educar”
El teatro y los títeres llegaron a su vida de forma inesperada, sin saber que a esta pasión le dedicaría su vida. Amanda Madero asegura que desde que era una niña en una finca de El Manteco, estado Bolívar, sentía afición por las artes y era una soñadora que pasaba gran parte de su tiempo pensando en las cosas que podría lograr cuando fuera adulta.
De pie en un escenario pareciera una mujer expresiva y sin miedos, en nuestra conversación se notaba más recatada, pero sin inconveniente para relatar abiertamente su historia y los detalles que la llevaron a ser una referencia cultural de Ciudad Guayana y el estado Bolívar.
Aunque el reconocimiento y la valoración que le dan las nuevas generaciones a los artistas de la ciudad parece poco, Amanda dice seguir apostando por la cultura y los jóvenes que, ahora, le llaman “profe”. Además de muchos personajes, Amanda ha interpretado roles de hija, madre y esposa, dejando claro que con esfuerzo cualquier meta es alcanzable.
Nació en El Manteco, municipio Piar, rodeada de “animalitos” y el campo fue su escenario hasta los 7 años cuando su madre decide que quería mudarse a Ciudad Guayana, lugar donde inició su carrera artística y consiguió más de 40 años de trayectoria como actriz de títeres y teatro.
Una adolescente rebelde
Aunque no tiene duda que su carácter fuerte la acompaña desde niña, Amanda como la mayoría de los adolescentes, cuenta que su juventud estuvo llena de sentimientos encontrados y conductas “rebeldes” para su corta edad. “Estuve de brinco en salto, mi bachillerato no fue suave, me salté porque era muy tremenda”, expresa la actriz recordando su inestable paso por la secundaria. “Esto no es lo que yo quiero”, se dijo más de una vez durante este tiempo, sin embargo, con los años decidió que terminaría su bachillerato, en parte, por los consejos de su madre que le insistía en avanzar con sus estudios.
Como la mayoría de los guayaneses, Amanda también quiso saltar en el trampolín de las Empresas Básicas, no tanto por gusto sino por influencia materna. Decidió recibir más formación aspirando conseguir un puesto de secretaria en la Siderúrgica del Orinoco, mejor conocida como Sidor.
Estos planes no llegarían a concretarse, pues el amor tocaría por primera vez a su puerta y cambiaría rotundamente el curso de su vida. “A los 18 me enamoro y a los 19 me caso, pero seguí estudiando y terminé los estudios”, indica la actriz.
“Yo me gradué pero nunca ejercí, eso no era lo mío. Yo decía: ‘yo no quiero nadie que me esté mandando’, no quiero que me mande nadie y todavía lo digo, no me gusta”, asevera Madero.
Su matrimonio solo duró 7 años, pero de esta experiencia se llevaría más que solo recuerdos. “Mi novio era actor de títeres y yo lo acompañaba a sus ensayos”, señala Amanda refiriéndose a lo que se sería su primer acercamiento con el mundo teatral.
Primer paso por el escenario
Un día como cualquier otro, Amanda fue como acompañante de su novio a un ensayo en el teatro, pero su visita terminaría por romper la cuarta pared. “Fui a ver el ensayo y justamente había faltado una actriz y el director dice: ‘mira, tú, boca abierta’, yo volteo, el director seguía llamando y me doy cuenta que la única boca abierta ahí era yo”, comenta Amanda entre risas.
Aún sin caer en cuenta que se trataba de ella, se acercó y sin ninguna experiencia previa, prestó atención a las indicaciones del profesor que le enseñó por primera vez como mover un títere y le dio las líneas que pronunciaría. “La obra se llamaba La Calle de los Fantasmas y yo hacía el papel de la novia de Juancito”, recuerda la actriz. Bajo la tutoría de uno de los primeros titiriteros en Guayana, Eddy Salazar, a quien califica como su “profesor, maestro y mentor” fue que Amanda encontró la pasión y el amor por los títeres y el teatro, actividades que en un principio no imaginó que dedicaría los siguientes años de su vida, una vida que tendría altibajos y la hizo librar unas cuantas batallas. “He luchado mucho por obtener lo que quiero, la muerte de mi madre fue una gran batalla, eso para mí fue muy traumático”, expresa. Perder a su figura materna e intentar convertirse en mamá con su segundo esposo determinaría muchos años de su vida, pues a pesar del gran esfuerzo que significó estaba segura que no sería la Yerma de Federico García Lorca.
“Pasé 14 años buscándolo, yo no podía tener hijos. Me tuvieron que hacer varias cirugías y luché mucho para tenerlo”, menciona la actriz recordando lo difícil que fue para ella cumplir su deseo de ser madre. Germán Ernesto es su tesoro más preciado.
Una profesional de la educación
Después de su primera e inesperada experiencia con los títeres, Amanda continuó enfocada en el teatro a pesar del errado concepto con el que veía la sociedad a las actrices. Recuerda una conversación con su madre “Mi mamá me decía: ‘a mí no me gusta mucho eso que tú haces (…) eso lo hacen las putas, tu no ves que a las prostitutas le dicen meretriz, eso está cerquita de actriz’ pero ella sabía que eso no era lo que yo hacía”.
A pesar de las críticas, se convirtió en miembro fundador de la Fundación La Barraca, una asociación civil con 46 años dedicada a las artes escénicas, ubicada en El Roble, San Félix. Obra del maestro Juan Pagés.
Demostró el valor y el honor de quien se dedica a las artes. Sobre su carrera menciona que lo que más le emociona es aprender y “haber aprendido a ser actriz, porque sabiendo ser actriz también soy profesional de la educación de las artes”, dice. “La profe Amanda” se ha convertido en su nuevo nombre luego de dar clases y dictar talleres en los colegios. Como actriz asegura que su principal propósito es educar “soy actriz para educar, no soy actriz para emocionar al público (…) a mí me gusta más darle a mis alumnos una buena teoría, una buena práctica, una educación excelente”, destaca. Además de los títeres, la actuación y la enseñanza, Amanda pertenece a la red de danzas, no solo para apoyar la cultura regional sino porque el baile también es una de sus pasiones “lo mío era bailar, yo actúo y te doy todo lo que tengo que dar, pero yo te bailo y me entra el diablo, yo bailo y es mi droga, el cerebro se me explota”, resalta emocionada.
Un nuevo proyecto
Como referente cultural del estado Bolívar considera que los movimientos artísticos están dentro de una “caja de cristal” y quienes están en ella, los artistas, no miran afuera. “Cada quien está viendo lo que quiere hacer mas no hacen nada y seguimos en las mismas”, expresa agregando que en el mundo actoral existe un egoísmo donde cada quién busca sobresalir individualmente. Resalta que actualmente es muy necesario fomentar el teatro en la ciudad y piensa que la manera más factible es a través de los medios de comunicación. “Como actores nos estamos desgastando, no hay cultura ni respeto al actor”, agrega.
Por otra parte considera que para poder impulsar la cultura en Guayana se necesita “unión y trabajo conjunto” entre quienes forman parte del gremio y anuncia que actualmente trabaja con un grupo de actores para crear una compañía de teatro en Ciudad Guayana. “Inicialmente contará con 15 actores de gran trayectoria (…) es un manera de aprender más entre nosotros y la idea es que vengan actores de otras ciudades a enseñar sus técnicas y formar a los nuevos de una forma más completa”, finaliza.
Reinventarse
Luego de 40 años de trayectoria artística asegura seguir dispuesta a trabajar por la cultura como lo ha venido haciendo. “Quiero reinventar el teatro y las acciones culturales”, añade aseverando que en la ciudad todavía hay mucha gente con ganas de ver cosas buenas. “Tenemos que ser excelentes porque ser excelentes es una cosa grandiosa, la excelencia lo es todo”, insiste la actriz de títeres y teatro, Amanda Madero.
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