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Acoso escolar: Cambiar actitudes como forma de prevención

La psicóloga infantil Shuxiam Sotillo resaltó la importancia de resolver los conflictos entre estudiantes en conjunto con la familia y la escuela.
lunes, 09 mayo 2022
Cortesía | Es importante tener estrategias claras

Ante los recientes casos de acoso escolar y la imputación de menores de edad por el delito de lesiones, especialistas han analizado el abordaje que debe realizarse en este tipo de situaciones.

Desde el punto de vista legal, José Gregorio Meignen, directivo del Colegio de Abogados del estado Bolívar, rechazó todo tipo de acción relacionada con acoso y violencia escolar, al mismo tiempo que apuesta por una sociedad civilizada, tolerante e inclusiva.

“Nos llena de asombro que estudiantes y directivos sean sometidos al escarnio público a través de redes sociales”, expresó Meignen.

A través de un comunicado de prensa, resaltó que de acuerdo con las leyes venezolanas, los procesos relacionados con el acoso escolar deben ser tratados de manera confidencial o reservando los hechos.

Recordó que la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (Loppna) prohíbe exponer o divulgar datos, informaciones o imágenes que permitan identificar, directa o indirectamente, a menores de edad que hayan sido víctimas o victimarios de algún delito.

De acuerdo al artículo 65 de la Lopnna, los menores de edad no pueden ser expuestos al escarnio público.

Meignen lamentó que la información como el inicio de la investigación y la imputación de los menores de edad fue divulgada en redes sociales.

“Nos preocupa y llama mucho la atención que representantes del Ministerio Público, que son los llamados a dar garantías a los ciudadanos en los procesos penales, de manera pública y notoria violen tan importante disposición legal”, señaló.

Frente al caso del Colegio Loyola Gumilla, el abogado aplaudió lo realizado por las autoridades de la institución de informar de inmediato al Ministerio de Educación.

Dicha acción “puso en acción el andamiaje” referente a los procedimientos y normativas de convivencia escolar y la correcta interpretación de la Lopnna, según Meignen.

“Es importante un llamado a reflexión a los padres y representantes para que traten este tipo de problemáticas tanto en sede educativa como en el seno familiar en el hogar”, indicó el abogado.

Intencionalidad

Por su parte, Shuxiam Sotillo, psicóloga clínica con experiencia en atención a niños y jóvenes, aclaró que el acoso escolar tiene tres criterios o características que lo catalogan como tal.

El primero es la asimetría del poder, en el que uno de los involucrados tiene más status social, es más fuerte físicamente o el popular del grupo, el cual acosa a otras personas con cierta vulnerabilidad o menos poder.

Sotillo enumeró como segunda característica la intencionalidad. “No es un accidente, lo hacen a propósito. Hay una intención de hacer daño, ya sea psicológico, físico, verbal, social, es esa intención”, expresó.

Añadió que la tercera característica es que el acoso es reiterativo y va en escala. Si pasa una vez, no es bullying.

Sobre el abordaje, la especialista acotó que se debe investigar y hablar individualmente con todos aquellos que hayan participado en el acoso y, por supuesto, también de manera grupal.

“El ser humano actúa de manera distinta cuando está de forma individual a cuando está en un grupo. ¿Qué pasa con el acoso? Hay espectadores que se quedan callados, porque el acoso no ocurre en una esquina oscura, sino que ocurre delante de todos”, apuntó.

Hizo un llamado a colaborar en familia, que los parientes de ambas partes estén informadas para buscar soluciones juntas, sin atacar al lado del agresor o a la escuela.

“Solucionar el problema juntos porque todos están involucrados de una u otra manera. La forma de prevenirlo es cambiar las actitudes o comportamientos del grupo”, acotó.

Comportamiento

Sotillo confesó que cada niño es diferente, sin embargo, los papás son los que conocen mejor a sus hijos y son quienes se dan cuenta de las señales de alarma ante un posible caso de acoso escolar.

La especialista mencionó que puede haber cambios en el comportamiento. Uno de los principales es que los menores de edad no quieren ir al colegio y comienzan a sentir dolores de cabeza, estómago, pierden el apetito antes de asistir a la institución educativa.

Además, pueden presentar síntomas más psicológicos como el estrés, la angustia, dificultades para dormir, según Sotillo.

“También de colegio vienen con cosas rotas. Parece que tienen como moretones y si se les pregunta, dicen que fue un accidente. Este tipo de cosas son algunas señales de que está pasando algo, no siempre significa que es acoso escolar”, afirmó.

La psicóloga indicó que la principal recomendación es hablar, aunque pueda haber muchas emociones como impotencia, frustración y dolor.

“Como padres queremos de alguna manera atacar al colegio, a los padres del niño agresor, pero como adultos tenemos que dar el ejemplo de saber gestionar nuestras emociones. Lo importante es hablar”, dijo.

En caso de que los niños no hablen, la especialista invitó a las familias a encargarse de generar un ambiente para tener una conversación sana, en el que el menor de edad se sienta cómodo para expresar lo que pasa.

Resaltó que es importante que los padres muestren siempre que están del lado de su hijo, ya que las víctimas suelen culparse ante el acoso.

“Lo primero que hay que decirles para calmarlos es que el acoso no es su culpa. Se sienten culpables pero no es así, no hay ninguna cosa que justifique el acoso y también es enseñarles a responder de manera asertiva a ciertas situaciones”, explicó.

Aunque muchos padres incitan a los niños a defenderse de un agresor, Sotillo declaró que se ha demostrado científicamente que “el defenderse aumenta la violencia contra él”.

“Tampoco es una solución, no cambiaría la situación, hay distintas recomendaciones y dependiendo de cada caso, por ejemplo, un caso extremo, que se haya intentado todo, se sugiere que el agresor debería cambiar de colegio”, señaló.

Admitió que las situaciones de acoso escolar generalmente se detectan cuando el niño o adolescente ya está sufriendo, cuando se encuentra “un gran repertorio de somatizaciones”.

“Hay que estudiar cada caso de forma individualizada porque cada persona tiene casos distintos. Lo primordial es estudiar el caso de manera individualizada, en base a eso establecer las recomendaciones”, puntualizó.

Agresor

La psicóloga con experiencia en atención a niños y jóvenes expresó que, aunque muchos tienen la idea de que una persona que acosa es problemática o agresiva, no necesariamente es así.

Indicó que cualquier persona puede ser agresor porque se trata de un fenómeno de grupo, en un salón de clases, donde puede haber comportamientos inadecuados.

Acerca de las víctimas, la especialista reveló que se trabaja en el autoconcepto, habilidades sociales, gestión de emociones tras mostrar daños a nivel psicológico o incluso físico.

“Con los niños victimarios, el que acosa, hay que hablar con él. Mostrarle que no toleramos ese tipo de conductas, que no estamos contra la persona, sino con lo que está haciendo, la acción. Generar esa confianza y que tiene la capacidad de cambiar”, destacó.

Relató que hay casos de acoso escolar que han empezado “a veces sin querer”, cuando un niño o adolescente comienza a ser parte de un círculo del que no puede salir porque recibe reconocimiento social.

Al burlarse de un compañero, los demás se ríen o aplauden, es un reforzamiento o aprobación social, lo que hacen los adolescentes para sentirse aceptados.

Sotillo no descartó que también puede haber un niño agresor que es maltratado en casa y la violencia es su única manera de comunicación.

“Uno puede generar esas conductas, papá o mamá no me prestan atención, pero también he encontrado una situación que me genera aprobación social, son varios factores que influyen”, dijo.

Contó que el agresor toma un papel protagónico en el grupo de pares, lo que lo hace poderoso y seguro de sí mismo.

Señaló que puede ser que el victimario haya sufrido acoso en otro tipo de contexto, por lo cual se ubica en un lugar alternativo para evitar volver a ser víctima de ese tipo de situaciones.

Por dicha razón, la agresión es su manera de resolver las cosas y también llama la atención en cuál es la necesidad de hacer daño.

“Son casos individualizados, tenemos que indagar para abordar de manera adecuada de acuerdo con la investigación”, reiteró.

Trabajo en la escuela

La especialista recordó que el acoso escolar debe hablarse tanto con la familia como con la escuela.

“Los padres creen que los protegen alejándolos o sacándolos de esa escuela, pero no resuelven realmente el problema. La cosa es cortar desde allí, abordarlo, también podemos generar estrategias, buscar compañeros que puedan ayudar a la víctima”, indicó.

Enfatizó que con esta forma se le da protagonismo a los niños y al mismo tiempo se educan, cambiando actitudes y comportamientos que son desadaptativos, en vez de que un docente les diga qué hacer.

A los papás, la psicóloga invitó a tratar de calmarse aunque suelen alterarse porque un agresor “se metió con lo más preciado de mi vida”.

“Vamos a buscar una solución para que siga adelante con esto, que la situación no sea más grande. Llevar a mi hijo a terapia, al psicólogo, trabajo con los padres. Estamos cambiando para que otro niño no sufra este bullying que deja señales traumáticas en toda la vida”, señaló.

Sotillo recalcó que con el trabajo en la escuela se está cambiando al grupo. Mencionó que en la situación de acoso se presentan varios espectadores: uno es el directo, que expresa que es divertido e invita a seguir con la agresión.

El otro tipo de espectador es externo, que ven la situación y les da miedo o vergüenza y no actúan.

“Cuando incrementamos las actitudes en contra del acoso escolar, a favor de apoyar a la víctima hay menos probabilidades de que alguien sufra, y honestamente, el acoso no tiene el mismo efecto sin público”, admitió.

La especialista enfatizó que la violencia causa más violencia, y que los niños víctimas de bullying cuando llegan al punto de defenderse empeoran la situación.

“Que los niños no tengan miedo de decirle a una maestra, el romper ese silencio es de valientes. Siempre fomentar en eso, las estrategias apuntan a romper esa persistencia y continuidad de las agresiones”, cerró.

Prevención

La psicóloga clínica Shuxiam Sotillo acotó que como prevención de casos de acoso escolar, las instituciones educativas pueden trabajar en programas de lecciones, de competencias socioemocionales, de reforzamiento de valores y de responsabilidad compartida o empatía. “Visualizar que esa persona está sufriendo y poder intervenir, llamando a un adulto, a las personas que sean necesarias para eso”, afirmó.

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