Transportistas se han convertido en los “bancos” de los venezolanos en busca de efectivo
Una mujer con un dólar en la mano hace fila para subir al autobús. El chofer cobra y entrega a cambio un fajo de los erosionados billetes de Venezuela, que parecen condenados a extinguirse.
La operación se repite una y otra vez.
“Nos hemos convertido en casas de cambio”, comenta a la AFP Marcelo Morett mientras conduce su buseta en Caracas.
Ante la dificultad para encontrar efectivo, el bolívar, con billetes disueltos por la hiperinflación y la violenta y constante depreciación, los transportistas pagan alrededor de 30 % menos de lo que marcan las cotizaciones oficiales del billete verde.
Los pasajeros reciben por un dólar 1,3 millones de bolívares, que pagan cerca de 10 viajes (150.000 bolívares cada uno).
Si fuesen a los bancos tendrían que hacer largas filas por apenas 400.000 bolívares, el tope que estas instituciones entregan en taquilla, mientras que la gran mayoría de los cajeros electrónicos está fuera de servicio.
“Solo da para el pasaje en las camionetas… Es para lo único que alcanza”, dice Lisbeth Leal, contadora de 39 años, tras hacer cola en un banco público.
Los conductores, en tanto, encuentran una vía para evitar tener que parar por falta de medios de pago y al mismo tiempo adquieren dólares en condiciones favorables.
Y es el único sector que aún utiliza de forma cotidiana bolívares en efectivo.
El billete de más alta denominación, 50.000 bolívares, equivale a apenas tres centavos de dólar en una economía que cumplió siete años consecutivos de recesión.
En ese contexto, los venezolanos se refugiaron en el dólar pese al control de cambios vigente desde 2003 -flexibilizado en los últimos meses-, así como en el peso colombiano y el real brasileño en zonas fronterizas.
A la vez que avanza esa dolarización informal, que el presidente socialista Nicolás Maduro calificó de “válvula de escape”, el comercio se ha visto obligado a usar exclusivamente mecanismos electrónicos para cobros en bolívares, incluso para pequeñas operaciones como comprar una simple barra de pan.
“Digitalización”
Marcelo teme que tarde o temprano la falta de efectivo haga imposible trabajar al volante de un autobús como ha hecho por tres décadas: “Cada vez que sube [la cotización del dólar] tienes que dar más bolívares”.
El bolívar se ha depreciado un 38,14 % solo en lo que va de 2021, después de perder un 95,7 % de su valor en 2020.
Los buses de rutas entre ciudades cobran en bolívares con transferencias digitales a través de teléfonos celulares y otras alternativas digitales; pero utilizar esos canales es inviable en el congestionado transporte urbano, con alto flujo de pasajeros pese a la pandemia de covid-19.
Tipear números de documentos de identidad y claves de centenares de usuarios al día, apunta Marcelo, colapsaría las paradas.
Maduro, que promueve la “digitalización total” de los pagos en Venezuela, prometió a los transportistas sistemas de tarjetas magnéticas que pasan por un lector para los cobros, pero esa opción está muy lejos de ser masiva.
“Digitalizar pagos no soluciona nada”, explica a la AFP el economista Jesús Casique.
“El problema de raíz se mantiene: el Banco Central sigue monetizando el déficit (…) y el gobierno en vez de corregir los desequilibrios de la economía, los agudiza”.
El 65,9% de las transacciones comerciales en Venezuela se hacen en dólares, pero la mitad de la población no tiene acceso regular al billete verde, según la firma privada Ecoanalítica.
El fenómeno, advierte Casique, abre brechas sociales. “Muchos quedan excluidos (…). A unos [con la dolarización] se les hace más fácil pagar un mercado, pero otros están hurgando en la basura para buscar qué comer”, comenta.
“Hay pasajeros que están aplicando el trueque (…), te dan un kilito de arroz y tú te cobras el pasaje y le das la diferencia”, relata Marcelo.
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