Importancia de tener un fondo de emergencia y cómo construirlo

La metáfora de las vacas gordas y las flacas es una de las más antiguas para referirse a los vaivenes de la economía y se aplica tanto a los ciclos de un país como a los personales. El centro de esa enseñanza de origen bíblico es que hay que aprovechar los buenos tiempos para tener recursos cuando lleguen los no tan favorables. En tus finanzas personales esto puede tener muchos enfoques, pero hay uno clave que tiene que ver con la creación de un fondo de emergencia.
El fondo de emergencia no es otra cosa más que una reserva para cuando se presenten imprevistos. Es dinero que no se toca, salvo que no exista otra alternativa.
Se podría pensar que la tarjeta de crédito tiene esa función si no se usa habitualmente, pero la idea de un fondo de emergencia es que sea lo más líquido posible y que su uso no acarree deudas que no teníamos planificadas.
Los ejemplos clásicos son si inesperadamente te quedas sin empleo o el carro sufre un daño grave o alguien de la familia enferma repentinamente. El fondo de emergencia es un tipo de ahorro para atender aquello que no es parte de los gastos recurrentes (como los pagos de alquiler, servicios, etc.). Es muy distinto al ahorro para las vacaciones o para hacer mejoras en el hogar.
Eventos inesperados
Dice Andrés Panasiuk en su libro ¿Cómo llego a fin de mes? que “las cosas inesperadas van a venir a nuestra vida. Espéralas. Somos seres humanos, crecemos, vivimos, nos movemos; las cosas inesperadas nos van a ocurrir. Entonces, existe una sola forma de prepararnos para lo inesperado: ahorrando con regularidad y creando un fondo de emergencias”.
Cuando no se cuenta con una reserva que permita afrontar los imprevistos muchas personas caen en deudas con las tarjetas o, peor aún, con prestamistas que cobran altísimas tasas. Esto ocasiona un sacudón a la economía personal y genera presiones adicionales a mediano o largo plazo.
La mayoría de los expertos en finanzas considera que un fondo de emergencia debe cubrir entre 3 y 6 meses de gastos básicos. Para determinar ese monto ya debes tener calculado tu presupuesto mensual (lo ideal es que lo tengas escrito, en un Excel o en algunas de las aplicaciones que te ayudan con eso). Eso te dará un buen colchón en el cual aterrizar si los imponderables de la vida te dan un empujón.
¿Cómo construir el fondo de emergencia?
La palabra construir viene muy bien para hablar del fondo de emergencia, porque es así como se llega a esa meta: como un proceso similar al de levantar una casa. Aunque el objetivo suene grande, cada pieza que se coloca va contribuyendo a alcanzarlo.
En términos prácticos, dependiendo de tus ingresos, establece una cantidad mensual dentro de tu presupuesto para esto y cúmplela de forma disciplinada. Guardar para este fin entre 5 % y 10 % es un buen comienzo si se quiere colocar un porcentaje que es una forma sencilla de mantener la constancia.
Puedes empezar con poco e ir aumentando. Procura que sea en moneda dura para que no pierda tanto valor o si en el país donde vives puedes tenerla en una cuenta que genere intereses mucho mejor. Los ingresos extras o una parte de ellos pueden contribuir también y así sumas otro ladrillo.
Un detalle importante es que este fondo debe ser permanente, es decir, una vez utilizado para un imprevisto (total o parcialmente) hay que empezar de nuevo a construirlo para llevarlo otra vez a su punto inicial.
George Samuel Clason en su libro “El hombre más rico de Babilonia”, en el que da consejos financieros a través de parábolas, dice: “Una parte de lo que gano es mía y la guardo”. Atrevámonos a agregarle: “La guardo para una emergencia”.
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