Guayaneses se movilizan a pesar de la cuarentena
Desde el 13 de marzo, día en que la vicepresidenta de la República y cabeza de la Comisión Presidencial para la Prevención, Atención y Control del Coronavirus, Delcy Rodríguez, anunció la confirmación de 2 casos de covid-19 en el país, el desasosiego comenzó a ser una sensación común en gran parte de la población, una reacción lógica cuando la mayoría conoce los efectos que esta enfermedad ha provocado en países de Asia y Europa.
En Venezuela, la información oficial sobre los casos de coronavirus es comunicada exclusivamente por miembros del Gobierno nacional, quienes, hasta el momento, la han hecho llegar a través de cadenas oficiales.
Nicolás Maduro anunció la suspensión de la mayor parte de las actividades laborales a partir del 16 de marzo, en conjunto con una serie de medidas que los gobiernos locales y regionales, e incluso los ciudadanos, debían aplicar para minimizar el riesgo de contagios.
Las medidas de contingencia aplicadas por el Gobierno han recibido fuertes críticas por parte de distintos políticos de oposición, quienes las consideran una estrategia del oficialismo para tener un mayor control social. Esta visión es compartida por muchos ciudadanos, pero otros, al contrario, se sienten más seguros con el hecho de que se estén aplicando.
Situación en Guayana
La mayor parte de las vías de tránsito de la ciudad, del mismo modo que en los países donde también se han aplicado medidas de aislamiento social, están casi vacías.
Los pocos peatones que todavía deambulan por las aceras llevan en sus caras todo tipo de tapabocas, si bien son más comunes los quirúrgicos y artesanales.
A pesar de ello, las zonas comerciales mantienen un flujo de compradores relativamente alto, pues la mayoría de los venezolanos no tiene capacidad de guardar alimentos por largos períodos de tiempo.
Los comercios formales se han plegado al nuevo horario de trabajo, en el que deben cerrar a las 3:00 p. m.
En el caso de los establecimientos de comida, que solo tienen permitido vender comida por encargo o a domicilio, han tenido que cerrar sus puertas, como consecuencia del racionamiento de combustible, reservado solo para trabajadores de las áreas de salud y seguridad.
Debido a la falta de combustible, las restricciones a la movilización y el mismo temor de las personas a salir, los vendedores informales afrontan la posibilidad de tener muchas pérdidas en sus negocios.
Llegar hasta los mercados a pie y negociar directamente en divisas son algunas de las estrategias que han debido aplicar en esta situación.
En el Mercado Municipal de Unare y sus alrededores, en los que se suele agrupar gran cantidad de vendedores informales, muchas personas siguieron realizando compras con normalidad.
Las distancias que mantenían entre ellas no eran siempre las más prudenciales, pero era evidente la reticencia de muchos a permanecer cerca de los demás.
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