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Presidente de Túnez destituyó a ministros en medio de crisis política y social

Rached Ghannouchi, jefe de Ennahdha y presidente del Parlamento, llamó a la movilización y estuvo casi 12 horas frente a la puerta cerrada del Parlamento, al que no pudo acceder porque los militares desplegados para custodiar la cámara se lo impidieron.
Por: AFP
lunes, 26 julio 2021
AFP | Al presidente del Parlamento no lo dejaron entrar al recinto

El presidente tunecino Kais Saied destituyó este lunes al ministro de Defensa tras una jornada de enfrentamientos por su decisión en la víspera de suspender la actividad parlamentaria y destituir al primer ministro, sumiendo a la joven democracia en una crisis política.

Después de un domingo de manifestaciones en numerosas ciudades contra la gestión de la pandemia de coronavirus del gobierno de Hichem Mechichi, el presidente Saied destituyó al primer ministro y anunció que “suspendía” la actividad del Parlamento durante 30 días.

Asimismo, anunció que se hará cargo del poder ejecutivo “con la ayuda del gobierno”, asignándose la competencia de nombrar ministros.

El lunes, la presidencia de la República anunció en un comunicado la destitución de Ibrahim Bartaji, ministro de Defensa, y de Hasna Ben Slimane, que era portavoz del gobierno, ministro de la Función Pública y ministro interino de Justicia.

El partido gobernante, Ennahdha -de orientación islamista-, criticó duramente la medida de Saied, que denunció como “un golpe de Estado contra la revolución y contra la Constitución”.

Por contra, la Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT), una influyente central sindical, apoyó implícitamente las decisiones indicando que eran “conformes” a la Constitución, aunque pidió la continuación del proceso democrático más de una década después del levantamiento que terminó con la dictadura de Zine el Abidine Ben Alí.

“Es hora” que los responsables de la situación “degradada” del país “asuman sus responsabilidades”, estimó este sindicato.

Preocupación internacional

En el extranjero, Turquía, aliada de Ennahdha, pidió que se restaure la “legitimidad democrática” y Alemania reclamó el “regreso del orden constitucional lo más rápidamente posible”.

Asimismo, Berlín también exigió el “respeto de las libertades civiles, que es uno de los logros más importantes de la revolución tunecina” de 2011, que suele ser presentada como la única exitosa de la Primavera Árabe.

El temor a este retroceso se acentuó tras el cierre el lunes por parte de la policía de las oficinas de la cadena catarí Al Jazeera en la capital, sin mandato judicial ni otra explicación que la aplicación de “instrucciones”.

Varios centenares de simpatizantes de Saied y de Ennahdha se enfrentaron mutuamente este lunes con piedras y botellas delante del Parlamento, en la ciudad de Túnez, observaron periodistas de la AFP.

Rached Ghannouchi, jefe de Ennahdha y presidente del Parlamento, llamó a la movilización y estuvo casi 12 horas frente a la puerta cerrada del Parlamento, al que no pudo acceder porque los militares desplegados para custodiar la cámara se lo impidieron.

Estas medidas buscan “cambiar la naturaleza del régimen político en Túnez y transformarlo de un régimen democrático parlamentario en un régimen presidencial, individual y autoritario”, consideró Ghannouchi en una declaración publicada en la página oficial de Ennahdha.

Saied declaró que la Constitución no le permite disolver el Parlamento pero que sí que le permite suspender su actividad, según el artículo 80, en caso de “peligro inminente”.

Ese artículo se aplica durante 30 días, al cabo de los cuales la Corte Constitucional debe decidir si prolonga su vigencia o no. Sin embargo, esa institución todavía no se ha podido poner en marcha a causa de la agitada vida política de Túnez desde que se aprobó la Constitución, en 2014.

Pulso

Rached Ghannouchi y el presidente Saied se hallan inmersos en un pulso político desde hace seis meses, que ha paralizado el gobierno y perturbado a los poderes públicos, en medio de la ola de contagios de covid-19 que sacude Túnez desde principios de julio.

Con casi 18.000 muertos por coronavirus, el país, de 12 millones de habitantes, presenta una de las peores tasas de mortalidad del mundo.

Después del discurso de Saied, miles de tunecinos, enojados por las luchas de poder y la cuestionada gestión de la crisis social y sanitaria por parte del gobierno, salieron a la calle a pesar de un toque de queda, lanzando fuegos de artificio y haciendo sonar las bocinas de sus autos en la capital Túnez y otras ciudades.

Además de Ennahdha, las formaciones de su coalición, Qalb Tounes y el movimiento islamista nacionalista Karama, también condenaron las decisiones de Saied.

En la oposición, la Corriente Democrática, un partido socialdemócrata que ha apoyado a Saied en varias ocasiones, también rechazó la medida, aunque la achacó a “la tensión popular y a la crisis social, económica y sanitaria y a falta de horizontes de la coalición en el poder dirigida por Ennahdha”.

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